Alvaro Beñaran Aranzabal
Pedagogo Terapéutico (*)

Jornadas de psicomotricidad: 6, 7 y 8 de noviembre

No es un discurso nuevo decir que la sociedad actual está en crisis. No solo crisis económica, sino de valores, etc. Es algo que toda generación dice con respecto a la siguiente.

Lo que sí es novedoso es la influencia que los descubrimientos tecnológicos están teniendo sobre el ser humano y sus relaciones.

La velocidad y continuidad de la comunicación.

La superficialidad de las comunicaciones.

La confusión entre los ámbitos privado y público.

El control de los aspectos más impensables por parte de las Instituciones.

El miedo, la inseguridad, las depresiones, las enfermedades mentales…

Y podríamos seguir describiendo numerosos aspectos de la sociedad actual que nos hablan de una nueva situación en la que el ser humano encuentra dificultades para encontrar su lugar.

En todo este embrollo de una sociedad que corre muchos kilómetros por delante de la comprensión humana, la educación de la infancia se vuelve una cuestión difícil y compleja, sin duda.

No es fácil educar en una sociedad en la que los valores dominantes son:

“El fin justifica los medios”

“Exige exageradamente la responsabilidad de los otros y elude la propia”

“Busca el éxito social, pues si no, serás un mediocre, no existirás”.

“Miente, roba, engaña, pero que no te pillen”.

Etc., etc.

Resulta muy artificial tratar de que la infancia viva un entorno educativo coherente, basado en valores de individualidad (no individualismo) y corresponsabilidad, solidaridad y cooperación, iniciativa, creatividad y sociabilidad, cuando la realidad que vive cotidianamente le transmite exactamente lo contrario.

Actualmente en el ámbito escolar van surgiendo cada vez más niñas y niños con dificultades claras de socialización, con poca resistencia a la frustración y a la adaptación. Niñas y niños con gran inseguridad e identidades frágiles, que tratan de basar en el control omnipotente del entorno su desarrollo social.

Surgen dificultades a la hora de comer, dormir, controlar los esfínteres, moverse, hablar, relacionarse… acciones que deberían tener una evolución natural, sin grandes sobresaltos.

La Escuela, cada vez más, se constituye en depositaria de todas estas tensiones, y las familias delegan, en gran medida, las respuestas a estas situaciones problemáticas.

Y todo ello sin dotar de herramientas, estructuras ni formaciones suficientemente adecuadas a las y los profesionales que trabajan en ella.

La sociedad actual, su complejidad y la construcción de respuestas educativas a través de la práctica psicomotriz es el centro de las reflexiones de estas Jornadas de Psicomotricidad.

La sesiones de Psicomotricidad que planteamos como un espacio y un tiempo, dentro del horario escolar, que ofrecen a la infancia la posibilidad de crear sus propios recursos autónomos para realizar un proceso de construcción de su identidad, en el encuentro con unos adultos, las y los psicomotricistas, que se han formado para ofrecerle una mirada sostenedora y contenedora; para ofrecerle una identidad clara a partir de cuyo espejo poder clarificar sus propios límites y capacidades.

La acción, el movimiento y el juego espontáneos, surgidos del propio deseo de existir y actuar sobre el mundo, son la base de esta práctica que busca facilitar un ambiente de seguridad y confianza suficientes que posibiliten el surgimiento de la iniciativa y la creación de cada niña y cada niño.

En la sala de psicomotricidad no se dirige la acción del niño, no se le dice qué tiene que hacer y cómo. No se juzga su acción ni se evalúa. No se examina si juega bien o mal, si corre, salta, ríe o grita mejor o peor que otros.

En la sala de psicomotricidad se le dice al infante que es valioso, que lo que hace tiene un valor, que su alegría, sus conquistas, sus miedos y sus dudas, sus descubrimientos y sus repeticiones, sus silencios y sus gritos, todo ello, nos llega y está en nuestra mirada. Y que no es ni bueno ni malo, sino que está tratando de existir, de mostrar-se y mostrar-nos que está vivo y que es alguien.

En la sala de psicomotricidad se facilita, se sostiene y contiene ese deseo de existir, de actuar en el propio cuerpo, en el mundo, en el espacio, en los objetos, con los otros, a través de una acción liberadora de afectos y constructora de pensamientos.

De lo que sucede en nuestras salas de psicomotricidad, de las sesiones de psicomotricidad, y lo que pueden aportar a la sociedad actual, hablaremos en estas Jornadas.

Luzaro, Escuela de Psicomotricidad de la Uned de Bergara, y miembro de la Asociación Europea de Escuelas de Formación en Práctica Psicomotriz Aucouturier (Asefop) lleva ya casi 30 años formando profesionales de la práctica psicomotriz educativa, incidiendo de forma especial en el desarrollo de un sistema de actitudes que permitan que las niñas y niños que comparten las sesiones de psicomotricidad con aquellos puedan sentir el acompañamiento de sus miradas claras y clarificadoras.

Para reflexionar y debatir sobre lo que la Práctica Psicomotriz puede aportar a nuestra sociedad y realizar también una auto-reflexión sobre el sentido y actualidad de los planteamientos educativos y metodológicos, así como de las estrategias que utilizamos en nuestras sesiones, nos juntaremos en el Palacio Europa, en Gasteiz, los días 6, 7 y 8 de noviembre.

Quedáis todas y todos invitados.

(*) Formador de la Asefop y profesor de la Escuela de Psicomotricidad Luzaro del Centro Uned-Bergara. Asociación Profesional de Psicomotricistas (APP)

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