Ikoitz Arrese Otegi
Responsable de política educativa de EH Bildu

La educación vasca, de la zona de confort a los nuevos retos

Los últimos resultados PISA han traído una cosa buena en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa que me ha empujado a la reflexión: la educación se ha convertido en tema político referente; preocupación de partidos, agentes y ciudadanía en general. El tema a copado las portadas y las editoriales de los principales periódicos. Pese a ser por un motivo que no queríamos, bienvenido el tema a la centralidad.

Se han hecho numerosas lecturas de los resultados que nos ha dejado PISA. Todas esas interpretaciones han tenido un sentido u otro, según quién las haya realizado. Lo que todos compartimos es que los resultados son preocupantes, que se ha acabado la situación de confort que vivía nuestro sistema y que tenemos que hacerle frente con responsabilidad. Los resultados de PISA, más allá de una lectura técnica o pedagógica, merecen también una lectura política.

PISA la realiza la OCDE, cada tres años, al estudiantado de 15 años. Los objetivos de PISA, lejos de ser educativos, son meramente económicos. La ODCE es una entidad para el fomento de la actividad y el desarrollo económico, y en base a eso se realiza PISA. Le añade una visión mercantilista a las tres materias que califica –matemáticas, ciencias y lectura–. Ya que es uno de los mayores indicadores que tenemos encima de la mesa, merecen especial atención.

Una de las constataciones más significativas que nos a dejado han sido las consecuencias de los recortes en educación iniciados por Isabel Celaá y continuados por Cristina Uriarte. Desde el 2009 se han recortado unos 221 millones de euros en educación. Esto tiene un efecto totalmente negativo en la calidad de nuestro sistema. También en los resultados de la evaluación del mismo. Y en consecuencia, en la educación de nuestro alumnado. Hay más alumnado en los centros (10%) pero menos profesorado (3.600). Las ratio se han incrementado del 17’44 al 19’62. Cada vez hacen falta más días para que lleguen las sustituciones por las bajas. Los recursos que se ofrecen a los equipos directivos son nulos. No hay ayudas para completar los proyectos lingüísticos y educativos de los centros. El 30% de la plantilla está en situación no estable…

Además, en los últimos años ha quedado claro que se está creando un sistema de dos velocidades. En vez de asegurar la igualdad de oportunidades del alumnado, superar las desigualdades de la sociedad y fomentar la equidad, se está profundizando en ello. Los resultados PISA han dejado clara la brecha académica entre el estudiantado de diferente índice socio económico y cultural (ISEC).
Tengo que decir, también, que pese a que en EU2020 y Heziberri2020 se les llene la boca hablando de competencias, en los centros educativos la realidad es otra. Ahogado en los trámites administrativos y burocráticos, el profesorado está condenado a no poder hacer nada más allá que aplicar la LOMCE, en contra de su voluntad.

La semana pasada murió Henry Heimlich. Leyendo esa noticia me vinieron a la cabeza las palabras que escuché a Ruben Iglesias en un coloquio organizado por la Plataforma Educativa de Gasteiz: «¿Para qué sirve que el alumnado memorice para un examen la maniobra de Heimlich si luego no es capaz de ayudar a la persona que lo necesita manteniendo la calma, analizando la situación y si fuera necesario llamando al 112?». Los pasos que plantea la maniobra Heimlich son necesarios. Pero además de memorizar esos conocimientos hay que saber aplicarlos en situaciones reales. Hay que desarrollar capacidades.

Nuestro estudiantado está sobrecargado. Los últimos datos nos dicen que el alumnado pasa de media 6’5 horas haciendo debes en casa a la semana. En Finlandia 2’8. Además, el 35% del estudiantado de 11 años afirma que está ahogado con tantos deberes. La cifra sube al 70% a los 15 años. El grupo pedagógico de la asociación “Sortzen” clarificó que esta clase de trabajos extraescolares «acarrean estrés y ansiedad aguda en el estudiantado. No conllevan nada bueno.»

En la comunidad educativa se habla de competencias y capacidades, pero en la práctica, como pasa con PISA también en el resto de evaluaciones (hay que recordar que siguen las pruebas de 3º y 6º de primaria), se siguen calificando asignaturas estancas de 0 a 10. Seguimos queriendo superar los retos del siglo XXI con el mismo modelo escolar de después de la Revolución Francesa.

Lo hemos dicho en numerosas ocasiones: según qué modelo educativo tengamos, tendremos un país y una sociedad u otra. Situemos nuestro sistema educativo en pos de las necesidades de la Euskal Herria y la sociedad del siglo XXI. Situemos nuestra educación en el lugar apropiado para educar nuevas generaciones críticas, creadoras y felices. Ahí los retos.

Para darle solución a estas propuestas, en EH Bildu hemos puesto una medida concreta sobre la mesa: desarrollar un acuerdo entre partidos políticos, agentes educativos y sociedad civil.

Tenemos que sentarnos todos los agentes implicados alrededor de una mesa. Tenemos que dejar de mirar a nuestro ombligo y trabajar a favor de nuestra educación, de un modo cooperativo. Desde EH Bildu planteamos tres retos.

Primero, realizar un diagnóstico real e integral entre todos los sectores implicados. Después, concretar los objetivos que nos unen para alcanzar un acuerdo educativo plural, abierto y contundente. Y para concluir, subyacente de dicho acuerdo, tenemos que consensuar una nueva ley educativa, sin injerencias externas, que renueve nuestro sistema, lo blinde, mejore su calidad, profundice en la equidad y sea soberana.

Este es el compromiso de EH Bildu y en eso vamos a invertir nuestras fuerzas. Saquemos nuestra educación de la zona de confort que ya no nos sirve y vamos a situarla en la dirección de un nuevo modelo.

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