Iñigo Muerza Erroz
Exmiembro de Podemos Ahal dugu

Limpieza democrática

Dicho congreso de febrero se clausuró con un sonoro llamamiento de la militancia a la unidad, sin embargo desde entonces se han agudizado las prácticas excluyentes, las maniobras de los aparatos, el aislamiento de las personas críticas y las luchas internas de poder. Signo inequívoco de que el proyecto morado camina de espaldas a sus bases.

Dice el Secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, que la intervención de la dirección estatal del partido sobre su dirección autonómica en Catalunya se ha llevado a cabo con «limpieza democrática». Sin embargo, dicha limpieza queda un tanto en cuestión si nos atenemos a algunas circunstancias en torno a los hechos que han desembocado en la dimisión de Albano-Dante Fachin como secretario general de Podem.

Echenique esgrime que lo único que ha hecho la dirección estatal es darle la voz a las bases, como es preceptivo en la formación morada, ante las maniobras de un secretario general autonómico que estaba actuando de espaldas a ellas. Sin embargo esto último se basa en una presunción, no en una hecho, ya que no se sabe qué iba a hacer la dirección de Podem respecto a la propuesta que estaba lanzando ya que el movimiento llevado a cabo desde la dirección en Madrid se ha adelantado y ha impedido que ésta se dote de contenido, se presente a la sociedad y al partido y se vote en la consulta a la que la dirección autonómica estaba obligada según los estatutos del partido. Como, por cierto, así ha procedido en otras ocasiones.

También justifica la injerencia de la dirección estatal en los procesos de Podem en la solicitud de revocación de la dirección autonómica que, aparentemente, han presentado un número suficiente de círculos catalanes. Los actuales documentos del partido establecen, entre otros requisitos, que dicho revocatorio puede ser activado si es requerido por el 25% de los círculos correspondientes en activo. Podem Amb Futur, plataforma articulada por miembros de Podem que perdieron las primarias en las que Albano Dante salió elegido secretario general, lleva diciendo desde este verano que ha reunido 34 firmas de los 120 círculos que supuestamente están en activo en Catalunya. Esta cifra queda ligeramente por encima del porcentaje mínimo marcado por los documentos y por ello algunas personalidades significativas del partido, como Pablo Echenique o Juan Carlos Monedero llevan anunciando, a bombo y platillo en los medios de comunicación desde el pasado mes de agosto, que las bases catalanas piden la dimisión de su dirección. Sin embargo, un estudio con mayor detenimiento sobre esta cuestión, como el presentado por Podem Calella, revela que tales aseveraciones no son del todo ciertas en tanto en cuanto el número de círculos activos no llega a la cifra anunciada ni al porcentaje mínimo establecido. Además resulta que los círculos que han presentado firmas cuentan con un número muy discreto de miembros y pertenecen a poblaciones de escaso tamaño, mientras que los principales círculos en Catalunya, por población y número de miembros, se han posicionado en contra de la recogida de firmas. Quienes conocemos las interioridades de Podemos sabemos muy bien que los círculos están en buena medida vacíos y que cuentan con un escasísimo número de militantes y muy poca actividad política y de partido (un vistazo a las actas del último año de los círculos firmantes demostraría muy posiblemente como muchos de ellos se encuentran en esta situación). De ahí que los mecanismos que tiene Podemos para activar algún proceso desde estos espacios hayan sido prácticamente irrealizables hasta la fecha, salvo –muy sorpresivamente– en este caso. Por último, la dirección catalana alega no haber recibido solicitud ni acta alguna para el revocatorio, mientras que la dirección estatal en Madrid asegura contar con toda la documentación necesaria.

La prerrogativa de la dirección estatal para intervenir en las direcciones autonómicas fue uno de los puntos polémicos del último congreso estatal del partido, celebrado el pasado mes de febrero en Vistalegre y en el cual las tesis y el modelo de partido de Pablo Iglesias ganaron al proyecto de Iñigo Errejón. Los planteamientos del equipo de Pablo Iglesias en cuestiones organizativas venían ya precedidos de fuertes críticas internas por haber presentado unos meses antes un sistema de renovación de órganos poco proporcional y por alterar o eliminar en la documentación que presentaba al congreso algunos de los mecanismos de fiscalización y control existentes como los interventores o las auditorías externas, o por vulnerar la independencia de la comisión de garantías, máximo órgano jurídico del partido. Algunos de estos elementos se han demostrado luego claves para la actuación llevada a cabo por el partido a lo largo de este año y para su actual intervención en Catalunya. Dicho congreso de febrero se clausuró con un sonoro llamamiento de la militancia a la unidad, sin embargo desde entonces se han agudizado las prácticas excluyentes, las maniobras de los aparatos, el aislamiento de las personas críticas y las luchas internas de poder. Signo inequívoco de que el proyecto morado camina de espaldas a sus bases, a la gente y a ese discurso de regeneración política y democrática que tanto blandió en su día.

No le falta razón a Albano-Dante Fachin cuando este lunes anunciaba su dimisión afirmando que «Catalunya ha hecho envejecer a Podemos». Efectivamente, los malos hábitos y las malas compañías le han echado 40 años encima de golpe.

Bilatu