Alesander Elosegi Mendizabal

Memoria histórica

Pertenezco a una generación que vivió una buena parte del franquismo y, por supuesto, toda la historia posterior.

Negar la existencia de un conflicto político en este país no tiene ningún sentido; dicho conflicto se remonta a, por lo menos, el inicio de la Guerra Civil española del 36-39.

Es evidente que ha habido multitud de víctimas de todo tipo en ambos lados de la contienda, muchas de ellas, desgraciadamente, irreparables. Parece absolutamente necesario, de cara a conseguir un marco de convivencia normalizado que aún no existe, la solidaridad con todas y todos los que, de una forma u otra, hemos sido víctimas de dicho conflicto; creo que en todo este gran colectivo hay que incluir, por ejemplo, entre otros muchísimos casos, a la familia de Carrero Blanco, a la de Santiago Brouard, a la del guardia civil muerto en atentado y a la del militante de ETA muerto en acción; todos ellos han sido víctimas mortales de un conflicto, y a ellas habría que añadir cantidad de otras víctimas, mortales o no, que incluyen, desde luego, a todo esa gran franja de la población cuyos derechos políticos y sociales han sido sistemáticamente perseguidos.

Una vez hecho el reconocimiento de todas las víctimas del conflicto, queda el tema, mucho más espinoso, de analizar la responsabilidad de cada uno; creo que, de una forma u otra, todos hemos podido ser parcialmente responsables de lo ocurrido, aunque, evidentemente, el grado de responsabilidad varía mucho, siendo la responsabilidad mayor la de aquellos que defendieron en su tiempo un régimen de tipo fascista, por lo cual no han pedido aún perdón. Parece fundamental hacer una lectura completa de la historia, en eso se basa precisamente la memoria histórica, y hacer esa lectura en el orden cronológico correspondiente ya que, lo queramos o no, todos los hechos están concatenados, y lo que va ocurriendo se explica (no por ello se tiene que justificar) en función de sucesos anteriores.

Creo que, en este sentido, la transición española es muy culpable de todo lo que posteriormente ha ocurrido, ya que no permitió que se analizase lo que previamente había ocurrido, además de seguir negando buena parte de los derechos básicos a nuestro pueblo.

Pienso que la única salida posible (algún día será realidad) es la de analizar toda la historia reciente de nuestro país y, una vez hecho esto, de proceder a una petición colectiva de perdón por todas las partes, por mucho que las responsabilidades puedan parecer muy diferentes; dicha petición de perdón colectivo se podría plasmar en un acto simbólico en la cual participase la sociedad, sin necesidad de ir exigiendo excusas de forma explícita a cada una de las partes.

Lo que no parece tener sentido es mantenernos en la situación actual de conflicto. Por un lado, es hora de que se reconozca el sinsentido de defender situaciones como la de los presos (al fin y al cabo son presos de origen político); por desgracia, las muertes son irreparables, así como lo son a menudo los traumatismos tanto físicos como mentales, pero los demás vestigios de la violencia del pasado deben ser eliminados. Por otro lado, una vez hecho lo anterior, debemos encarar de una vez por todas un futuro justo para todas/os, siendo absolutamente necesario recrear un marco de convivencia nuevo, donde todas las sensibilidades sean respetadas de forma democrática, con proyectos políticos, todos ellos, viables en el caso de recibir el apoyo mayoritario de la ciudadanía.

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