Tomás Urzainqui Mina

No habrá cambio navarro, sin candidatos por primarias

Apremia esta llamada, muy seria y urgente, ya que las circunstancias reales -como veremos- son más difíciles de lo que aparentan, hasta el punto que ganar en las próximas elecciones no significa de por sí que se logre el cambio en Navarra. Se pueden ganar las elecciones y perder el cambio.

Las de mayo podrán ser mucho más que elecciones, pero únicamente si se produce, preelectoralmente, una catarsis política de la ciudadanía, por la que esta sea capaz de movilizar toda su energía –de participación y decisión– en las tareas de dar forma desde ya, y en escasos noventa días, al nuevo gobierno y a la mayoría parlamentaria, que también tendrá proyectado y comprometido con los ciudadanos, el imprescindible e inaplazable proceso constituyente navarro. La oportunidad de que los ciudadanos puedan votar a sus candidatos, previamente propuestos en listas abiertas por ellos mismos, y condicionar –y respaldar por tanto– la política del nuevo gobierno y parlamento, va íntimamente unida –a la vez que lo garantiza– al verdadero objetivo, echar al régimen para siempre. Ya que así la nueva mayoría legislativa y gubernamental tendrá el respaldo de forma clara, inequívoca y efectiva de la mayoría de la sociedad navarra y solo se deberá a ella. A este respecto la coalición preelectoral para el cambio navarro frente al régimen actual, deberá formalizarse –debido a las dificultades que entraña la legislación aplicable– a través de un partido instrumental, para ecuperar la unidad de la sociedad navarra de los momentos clave en la defensa de sus derechos y libertades, como en la Gamazada. Estaría constituida, en principio, por los partidos por el cambio: Podemos, Bildu, Geroa bai, Izquierda-Ezkerra, Equo, Libertad navarra-libertate nafarra, Iniciativa por Navarra... De inmediato se solicitaría el registro de la denominación del partido instrumental. En el mes de marzo se deberán celebrar las primarias mediante listas abiertas, en las que concurrirán tanto la plataforma de lista abierta de treinta candidatos como las también abiertas y las individuales que se presenten por cualquiera dentro del plazo que se señale. Las cincuenta personas más votados y en el orden numérico decidido, conformarán la lista electoral de candidatos de la unidad navarra por la recuperación de sus derechos y libertades. Se creará un consejo de dirección con los treinta y cinco más votados. Esto es así porque los navarros llevamos, solo en la época contemporánea, doscientos años, desde las Cortes de Navarra de 1795 y en siguientes oportunidades frustradas, queriendo realizar el proceso constituyente que ponga al día nuestros derechos, pero por la fuerza bruta no se ha permitido a esta sociedad el hacerlo. El cínicamente llamado Amejoramiento por los dirigentes del impostor régimen antiforal, en la letra y en la práctica, pues se trata de un seudo estatuto cuyo contenido verdaderamente son las cartas marcadas por los del régimen, para el estricto servicio de sus intereses corruptos, completamente inservible para una Navarra democrática, justa y libre, además de no haber sido democráticamente acordado por la exclusión en los periodos de su redacción de una buena parte de la sociedad y sin el refrendo de aprobación por la ciudadanía navarra. Su antiforalidad comienza con la ruptura de la unidad de los navarros en la defensa de sus libertades. Es lo contrario a la Reinstauración y Amejoramiento, que proclaman. Ante este reto, que no le resulta fácil resolver satisfactoriamente a esta sociedad, es imprescindible ayudar a toda la ciudadanía y facilitar su autoorganización, para que ésta salga victoriosa de la gran batalla cívica que habrá que librar contra las fuerzas que sostienen al corrupto e ilegítimo régimen, que además ha demostrado reiteradamente que está muy experimentado en amañar falsedades, marrullerías y fraudes, todo lo que haga falta para no devolver el poder a la mayoría democrática. Resulta, por ello, un error suicida minusvalorar a las fuerzas del régimen, que además son –por sus dichos y sus hechos– extrema derecha, pero con la particularidad de que según lo exijan las circunstancias se han camuflado de demócratas de toda la vida, o de lo que haga falta, y que cuentan con el apoyo de sus aguerridos muñidores a la vez servidores de determinados grupos de presión, cuyos intereses están instalados especialmente en algunos servicios de disfrute público (educación, sanidad, medios de comunicación...), construcción y obras públicas, financieros y otros. Estas personas y grupos de presión deberán acostumbrarse a respetar la democracia y acatar la legalidad navarra.

La pregunta clave es, se quiere -con sinceridad y altura de miras- por los partidos del cambio navarro, que hoy suman -según las encuestas- la opción de voto de la mayoría de la sociedad navarra, asumir su excepcional responsabilidad y poner en obra los medios democráticos para salvar a la sociedad navarra del gran atolladero en que se halla sumida, a manos de UPN-PSN-PPN, que le hurtan de forma despiadada el poder, y devolvérselo a la ciudadanía navarra. Es fundamental tener en cuenta, que esta oportunidad -de que los ciudadanos puedan decidir sin injerencias manipuladoras de su voluntad- está íntimamente unida a la composición política del nuevo parlamento, del nuevo gobierno y al cambio constitucional navarro. En resumen, es imprescindible para el triunfo del cambio, la gran coalición preelectoral vehiculada en un partido instrumental, la celebración de primarias con listas abiertas donde se designe por la ciudadanía sus candidatos al Parlamento y a la Presidencia del Gobierno, la formación del nuevo gobierno del cambio y el proceso que apruebe la Constitución de Navarra.

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