Marta Pérez Arellano, Natalia Nilo Ferrari, Beatriz Villahizán Lagunas y Kepa San Martin Orbe
Miembros de SOS Racismo Nafarroa

Otros posibles

Niza está de luto estos días por la masacre que el pasado jueves se llevaba por delante ochenta y cuatro vidas. Aunque mucho menos oído en los grandes medios, el pasado cuatro de julio también morían en Bagdad doscientas cincuenta personas, en un atentado reivindicado por el ISIS.

Desde el inicio de la invasión de Irak en 2003, se calcula que un millón de iraquíes han muerto, la mayor parte a causa de ataques del ejército estadounidense y las fuerzas aliadas europeas. Queda mucho por esclarecer aún sobre las muertes de Niza, aunque resulta significativa la premura con la que las autoridades se han lanzado a señalar al «fundamentalismo musulmán» como el ineludible culpable. Al mismo tiempo, se sigue reforzando el discurso del «nosotros-demócratas» contra «ellos-fundamentalistas». En este marco, las medidas que se están llevando adelante son reforzar los efectivos en Irak y Siria y llevar a cabo bombardeos; esto es, asesinar a más civiles.

Es cierto que hoy Occidente no es intocable. De hecho, es bastante tocable, entre otras cosas porque esos «bloques», ese «terrorismo externo» que nos quieren hacer creer que es el culpable de los problemas no es tal, sino que mayoritariamente son ciudadanos/as europeos o estadounidenses quienes llevan a cabo los atentados que se dan dentro de sus fronteras. Pero no nos engañemos, la correlación de fuerzas en el mundo no ha cambiado. Los territorios situados fuera de Occidente siguen hoy viviendo más violencia: más guerras, más bombardeos, más ataques de los llamados «grupos terroristas». Pero también otras violencias no menos duras; ésas más cotidianas, como son el expolio y el empobrecimiento de regiones enteras. Todo ello, consecuencia del capitalismo global del cual Europa, como construcción histórico-política, es directamente responsable. Así, más civiles sufren hoy violencia fuera de Europa que dentro de ésta. Respecto a los atentados efectuados por grupos denominados yihadistas, desde el año 2000 se calcula que en países con mayoría musulmana han perdido la vida sesenta y tres mil personas, lo que supone el ochenta y siete por ciento de las muertes mundiales por esta causa.

Pero como el interés por perpetuar la violencia continúa, los altos mandatarios se llenan la boca con su patriotismo belicista; hablando de «bloques», de guerras legítimas, preventivas o defensivas; y de reforzar efectivos aquí y allá; todo, según ellos, por nuestra propia seguridad. Lenguaje de guerra para una política de guerra, esto es, más muerte y destrucción. Y es que a nadie se le escapa que los incendios nunca se apagaron con gasolina.

No podemos seguir obviando que Occidente es sinónimo de masacre. Porque Europa no es «civilizada», ni lo ha sido nunca. El concepto político de la Unión Europea se creó con fines económicos, para beneficio de unos pocos. Pero ya antes que eso, el sello de las naciones-estado europeas en América, en África, en Asia y en Oceanía ha sido el exterminio. Europa, como construcción histórica, se forja en una colonización inconclusa que se reafirma a diario, desde hace más de cinco siglos, en cada guerra de este capitalismo global armado hasta los dientes. Es por ello que esa Europa no es ninguna cuna; es un cementerio. Dice Carlos Taibo que Europa no existe ni siquiera geográficamente. Nosotras añadimos que, si es que existe, entonces Europa es una vergüenza.

Las «democracias europeas» son un espejismo. Este sistema de, con suerte, democracia representativa, estaba agotado ya antes de nacer. Los Estados europeos son sólo representativos de los intereses de minorías privilegiadas, dentro y, especialmente, fuera de casa. Europa no es humanitaria, ni es democrática y ni tan siquiera puede dar lecciones de buenismo, porque se construye sobre un racismo colonialista profundo y unos intereses de clase muy concretos. ¿Derechos humanos? Sí, pero sólo para unos pocos. El hombre-blanco-heterosexual-occidental-propietario se sigue llevando la palma en el reparto de privilegios. Para muestra, la política asesina de cierre de fronteras o la negación de derechos a las personas migrantes, especialmente si son de clase baja. ¿Qué es eso, sino racismo colonialista de primer orden?

Por suerte, a pesar de todo, seguimos cabalgando. También en estas tierras, muchas somos las que abogamos por otra política posible, por otra forma de mirarnos unas a otras, de romper los bloques del miedo. Desde nuestras diferencias, dese el reconocimiento mutuo, muchas abogamos por la igualdad de derechos. La caravana de denuncia y apoyo a las personas migrantes que partía de Iruñea el día 15 con destino Grecia ha llegado por fin a Tesalónica. El objetivo: denunciar la política migratoria de la Unión Europea, recabando apoyos y solidaridad. Porque al andar se hace camino, ha rodado la caravana reclamando todos los derechos para todas las personas, sembrando al andar caminos de justicia e igualdad. Construyendo puentes, construyendo otro «nosotros». Seamos realistas y pidamos lo... posible, ese otro posible que no es el que nos han contado. Porque el posible que nos han contado pasa por otra guerra, y otra, y otra más. Y esos otros posibles son tan necesarios y urgentes como respirar.

En esas otras posibilidades, la gente común nos seguimos organizando para reclamar un mundo sin fronteras, un mundo con libertad de movimiento. Para decir no a las políticas imperialistas, no a los muros, no a ninguna guerra. Porque no queremos ni una muerte más: ni en Bagdad, ni en Niza, ni en el mar Mediterráneo. Queremos políticas para la vida, aquí y en todas partes. #YoSoyCualquierCivil.

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