Aitor Garagarza Cambra
Licenciado en Ciencias Política

Resultado y posible escenario post-electoral

Presumiblemente, a expensas de lo que pase en Madrid, se cierra un ciclo que desde mayo del año pasado nos ha tenido sumergidos en diferentes contiendas electorales. La irrupción de Podemos en el tablero político y su posible repercusión ha marcado la atención mediática, en menor o mayor medida, de las diferentes batallas electorales.

En esta situación, para la izquierda independentista era importante poder hacerles frente y valorar la correlación de fuerzas en unas elecciones donde lo local premiaba frente a lo estatal. En cierta manera, se tenía la necesidad de disputar estas elecciones para recuperar buenas sensaciones y sentir la importancia de que tu discurso se puede desarrollar en un marco favorable, incluso marcar agenda, fuera del ostracismo al que la caverna mediática le había sumergido en anteriores elecciones.

A sabiendas de que los resultados electorales podían dibujar un nuevo mapa donde podríamos estar abocados a los pactos multidirecionales, el punto de mira estaba puesto en la suma de los resultados del PNV y PSE. Es decir, si el PNV junto al PSE no serían capaces de revalidar la mayoría absoluta, cambiaba la configuración parlamentaria y esto permitiría la confluencia de posibles pactos, tanto en el terreno social como en el terreno nacional, así como en la resolución de las consecuencias del conflicto: aritmética que hoy en día no existe y no se da.

Aun así, se puede decir que las fuerzas por el derecho a decidir son mayoría con el 73% de los votos. Pero existe una diferencia abismal entre la izquierda independentista y las dos formaciones restantes que defienden este derecho. Debate que la izquierda independentista ha situado encima de la mesa durante la campaña. Entre unilateralidad y bilateralidad. ¿Qué hacer con la bilateralidad de cortesía cuando Madrid diga que no?

Por otro lado, a su vez las fuerzas que vienen aplicando políticas neoliberales gozan de una gran mayoría respecto a la suma de EH Bildu y Podemos. Lo cual previsiblemente deja poco margen para posibles cambios respecto a la legislatura anterior. Es más, los resultados del PNV le reafirman en la apuesta mantenida durante estos años, afirmación ésta extrapolable respecto al derecho a decidir. Queda por ver si el PSE cambia de estrategia en lo que a pactos se refiere... algo poco probable también, por que un posible entente progresista tampoco cuenta con la fuerza suficiente y todo pacto posible pasa por Sabin Etxea.

Dicho esto, la izquierda independentista se encuentra en un escenario post electoral que para nada era el que ha querido dibujar y esperaba que sucediese después de las elecciones. Escenario que la mayoría de las encuestas dibujaban pero que no se ha dado. Es el PNV el gran vencedor y el que ocupa la centralidad del tablero, en una posición muy cómoda y sin necesidad de mover ficha. Este no se verá obligado a quitar el punto muerto en el camino del derecho a decidir de este pueblo. Aunque se le ofrezca ir de la mano en el camino, la rechazara continuamente. Como bien decía un buen amigo mío, nos tenemos que hacer a la idea de que «sin ti difícil, contigo imposible».

Por otro lado, lo focos mediáticos ya están situados en Madrid a expensas de unas terceras elecciones, en la cuales el PP saldrá fortalecido y Podemos, lejos del sueño de verano de tomar la casa por el tejado, previsiblemente dejará de lado la maquinaria electoral y volcará sus fuerzas en abanderar una agenda de movilización a nivel estatal, intentando marcar la agenda también en la CAV como partido estatal jacobino que es, con el objetivo de que su apuesta política no se diluya.

La izquierda independentista vasca no puede esperar atónito a ver qué pasa, no puede esperar a ver cómo el discurso de las dos caras de una misma moneda cae en la irrelevancia mediática y no sea capaz de marcar agenda. No se puede esperar a que unos llamen una movilización para acto seguido llamar a la misma en diferente fechas. Se debe recordar que solo con el trabajo institucional no se puede marcar agenda a diferentes niveles. Se debe recuperar el marco autónomo de lucha, debemos de confrontar con el PNV sin miedo, debemos poner un mundo patas arriba, patas arriba el oasis vasco, tenemos que disputar la hegemonía del PNV barrio a barrio; pueblo a pueblo. Impulsar la rebeldía, participar de todas las luchas respetando la autonomía de estas. Marcar una agenda de gran calado social, dejando de lado las disputas sindicales que no favorecen la implementación de dicha agenda... Tenemos mucho que aprender del movimiento feminista. Tenemos que luchar y crear.

Es por ello por lo que creo necesario la construcción de una nueva épica la cual tome como referencia dos ejes. Por una parte, la desobediencia como instrumento de lucha y de confrontación multidirecional-multicausal. Por otro lado, impulsar la construcción de alternativas socio-económicas, siguiendo la linea trazada en Alternatiben Herria y profundizando en ellas. Con esto no estoy minusvalorando la labor que se hace a nivel institucional, creo que ésta es imprescindible y tiene que acompañar en este proceso. Proceso en el que las instituciones municipales como institución mas próxima a la gente deben situarse en la centralidad del discurso.

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