Mikel Arizaleta
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Sentados: cara a cara

La Asamblea de Parados del centro de Bilbo la conforman unos 540 trabajadores pero los que verdaderamente se mueven en esta primavera de frío y lluvia por las calles, despachos, tajos de obra y tras la pancarta rondan los 80. También en Bilbao son miles los parados-parados y pocos los parados en movimiento. También en el centro de Bilbao surge la  misma pregunta que en el corazón de Sevilla: ¿Cómo es posible que la corrupción y el ERE saquen 47 parlamentarios y la corrupción y la Gürtel 33 en Andalucía con la que está cayendo?

¿Cómo habiendo tantos parados necesitados, asqueados, desesperanzados son tan pocos los que se movilizan en Bilbao? ¿El miedo, la comodidad, la pasividad, la falta de ideal, la desesperanza, la falta de iniciativa, la falta de confianza en sí mismo, la vergüenza, la falta de costumbre, ese permanente papel de esquirol en la vida…? Demasiadas preguntas indignadas ante tan poca respuesta solidaria. Los parados, como otros muchos de nuestra sociedad, no nos tomamos en serio el papel de actores, de generadores de dignidad, de conformadores de nuestra sociedad salvo ese puñado a los que hoy miro a sus ojos sentado cara a cara.

Unos con familia y apoyo cercano, otros más solos y menos estructurados, conforman un grupo de gente brava, bateada y zarandeada por la vida; saben distinguir entre la vana promesa, que es un quitarse de encima y un dar largas sin horizonte, y el compromiso. «Hemos hablado con los diversos partidos, con el PNV, el PP, el PSOE y EH Bildu. Salvo EH Bildu es perder el tiempo,  no vuelvo más», comenta Mikel. «Una cosa nos dijeron en el despacho y otra muy distinta lo sostenido  en los plenos institucionales, vulgaridades generales y etéreas faltas de compromiso». La sumisión y plegamiento del poder político al económico se hace sangre e inhumanidad hoy en Bilbao en bastantes tajos de obras.

Enumeran de corrido las obras y los tajos en Bilbao: Deusto, Miraflores, pisos en  Zubiarte, hotel junto al viejo ayuntamiento, Garellano, Zorrozaure, túnel de la Peña, pisos junto a La Alhóndiga, pisos en el edificio Iberdrola, viviendas en Mazarredo, tanatorio junto al hospital de Basurto…, conocen al dedillo la empresa principal y sus subcontratas. El marco laboral, creado por el PP, es camino ancho a la esclavitud, y el tajo es hoy un centro de explotación y de indignidad para el trabajador. En los tajos de las obras se da el abuso y  la humillación del hombre, se palpa el miedo. El marco laboral, que rige, es una valla de campo de concentración con la aquiescencia, consentimiento y visto bueno de partidos e instituciones. También hoy pulula en ETTs, en el gobierno de Rajoy, en el Gobierno vasco, Diputaciones, Ayuntamientos y demás instituciones aquel lema irónico que adornaba la entrada de Auschwitz en hierro forjado: “Die Arbeit macht frei”, cuando saben que muchas veces 10, 14 horas diarias de trabajo no dan para llegar a fin de mes.

El nuevo campo de san Mamés, la magnífica catedral de fútbol, el San Mamés Barria está hecho también con material de abuso e indignidad, con muchas horas de explotación humana. Terminó costando entre 25 y 30 millones de euros menos de lo presupuestado, las subcontratas pujaron a la baja, tiraron precios por falta de obra, y el rebaje y el ahorro lo pagaron los trabajadores con sus sueldos miserables, sus condiciones laborales  a veces deplorables. Así, por ejemplo, la empresa subcontratante Unica, que fundamentalmente trabajaba con portugueses,  pagó 4 y 5€ la hora, se trabajaba  como mínimo 10 horas al día –siendo lo normal 14 incluso sábados y domingos- para terminar cobrando al mes libre de polvo y paja -tras descontarles albergue, viaje a Portugal cada 15/20 días para ver a la familia…- 850€. ¡Un auténtico centro de explotación del que todas sus entidades fundadoras y financieras: Ayuntamiento de Bilbao, Diputación de Bizkaia, BBK, Gobierno Vasco y Athletic Club debieran sentir vergüenza! Reflejo de lo que digo: mientras los diversos intentos por parte de representantes de trabajadores por describir a los mandamases la situación, que padecían en el transcurso de la obra, se toparon siempre con su guardia pretoriana, que les impedía el acceso, y con el “llame usted mañana” hoy todos ellos posan sonrientes en el palco durante los partidos satisfechos con su obra.

Las empresas gozan de gran protección en un marco laboral donde el trabajador se halla desposeído, explotado, amedrentado, con el conocimiento de sindicatos, partidos políticos e instituciones. Sólo EH Bildu ha alzado la voz en el pleno de Bilbao y Juntas de Bizkaia ante tan flagrante atropello. Lo que está ocurriendo en los tajos y obras de Bilbao –lo describen los parados con pelos y señales- da mucho qué pensar, estamos avanzando por vericuetos de esclavitud, de indignidad, de abuso y explotación. Se está tensando la relación entre trabajadores y empresa hasta límites de abuso e indignidad con las consecuencias que todo ello puede ocasionar hacia dentro y hacia fuera: depresiones, enfermedades, desesperaciones, hipotecas, brotes de enfrentamientos, de agresiones etc. Constituyen auténticos focos de inhumanidad y tensión. Y se ve silencio y complicidad institucional; en los pliegos las instituciones favorecen cláusulas de explotación, rebajas económicas y rebaje de condiciones laborables con excusas pueriles de globalización y fomento  de contratos a costa de pisotear derechos elementales. Con sus actuaciones las instituciones no están creando un ámbito de trabajo digno, porque no sólo no elaboran normas que contengan esta deriva regresiva de derechos laborales y humanos sino que incluso lo favorecen salvo algunas excepciones en algunos ayuntamientos y, por ejemplo, atisbos de esperanza en la Diputación de Gipuzkoa.

Hoy en ninguna obra de Bilbao se cumple el convenio de la construcción de Bizcaya: ni en salario, ni en horas, ni en condiciones laborables. Licitan empresas, que vienen de otras partes con sus trabajadores y sus salarios de explotación, muy por debajo de los aquí aprobados. Se ha implantado y vuelto normal las horas extras, el trabajar 10 o más horas  pagando sólo 8. Hay gente de la construcción que, a pesar de todo, no puede subsistir con el sueldo de la construcción y tiene que acercarse a Lanbide o recurrir a ayudas sociales.

El forense Paco Etxebarría decía que, en definitiva, la tortura se ha dado y se da por incumplimiento del deber de los jueces. Un detenido en comisaría sigue en manos del juez, lo que con él ocurra es competencia suya, función suya. Vigilar y velar por un trato humano en las dependencias es una de sus tareas principales. Si hubieran cumplido o cumplieran con su función y su obligación no existiría la tortura. Los jueces han colaborado y colaboran con la tortura. Y eso es muy grave. El escudarse en el médico forense, en el policía o guardiacivil es mera excusa. Son peones del juez. El detenido está bajo su protección, la denuncia de la tortura echa por tierra y denigra la honradez del juez y su papel en la justicia.

Y lo mismo cabe decir respecto a la inspección de trabajo, cuya jefatura entre nosotros ostenta  la señora Begoña Lasa Ibarretxe. Su función es la de vigilar y velar para que las condiciones laborables se cumplan en los tajos y las obras, ella con sus gente y sus ayudantes, inspectores de trabajo, es la que debe proteger al trabajador del abuso de los empresarios de la construcción. Los inspectores de trabajo son sus auxiliares, sus ayudantes, pero la máxima responsabilidad la detenta ella. Y la señora Begoña Lasa, a juicio de los parados de Bilbao, aunque les recibe en su despacho de Gran Vía, no vigila, ni denuncia y sanciona las graves irregularidades, salvo en muy contadas ocasiones; no garantiza la dignidad del trabajador de la construcción. Lo datos que muestra la Asamblea de Parados es una denuncia gruesa de incumplimiento de su deber. Labor suya es la denuncia clara y pública de las transgresiones, portar en alto el estandarte de los derechos laborables y presentar ante partidos políticos e instituciones su incumplimiento. Su voz no se oye, su labor resulta más colaboración con el deterioro que denuncia del mismo.

Reducción de la jornada laboral para repartir el trabajo con un sueldo digno; que quien trabaje en las obras de Bizkaia sea retribuido conforme al convenio de Bizkaia y que se prohíban las horas extraordinarias en todos los sectores, sean estos públicos o privados… son algunas de las exigencias de la Asamblea de parados de Bilbao en su pelea diaria por detener el deterioro de las condiciones laborales y en su empeño por recuperar y reivindicar la dignidad del trabajador de la construcción y del trabajador en general.

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