Urko Aiartza y Jon Iñarritu
Representantes de EH Bildu

Un siglo del Genocidio Armenio

Hoy, se conmemoran 100 años del inicio del genocidio armenio. Un exterminio planificado, organizado y ejecutado por los «jóvenes turcos», que supuso la eliminación de más de un millón de armenios en los estertores del Imperio Otomano. Si bien a finales del siglo XIX ya se habían producido las «masacres hamidianas» de armenios, el crimen perpetrado por los «jóvenes turcos» es conocido como el primer genocidio del siglo XX.

Un siglo después, el Estado sucesor, la República turca, no solo no reconoce estos hechos sino que además considera el reconocimiento de este crimen un casus belli y presiona y amenaza para que sus socios políticos y comerciales en el mundo tampoco lo hagan.

El 24 de abril de 1915, las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad armenia de la capital otomana, Istambul. A partir de ahí, se sucedieron las detenciones y las órdenes de expulsión de los yaur o «infieles», seguidas por la combinación de la ejecución sumaria de los hombres y la deportación a pie de las mujeres, ancianos y niños por la desértica Anatolia Oriental, donde se encontraron con la muerte por hambre, sed y enfermedad. Estos hechos entre 1915 y 1923 produjeron el exterminio de aproximadamente dos millones de personas, en su mayoría armenios, junto con asirios y griegos pónticos.

A pesar de ello, Turquía sigue negando el genocidio, pero ¿existen dudas sobre lo ocurrido? Las fuentes de la época; el testimonio de diplomáticos y periodistas extranjeros; los escritos y las fotografías; las fosas; las sentencias de los tribunales de postguerra de la propia Turquía que condenaron a muerte a varios «jóvenes turcos» por el exterminio cometido en base a pruebas recogidas por los propios militares turcos y pruebas recopiladas por Estados como el Reino Unido, Alemania o los Estados Unidos, no dejan lugar a duda de lo ocurrido. Turquía alega que las muertes no respondieron a un plan de exterminio, sino que fueron producto de luchas interétnicas producidas durante el confuso período de la Primera Guerra Mundial. Si bien las autoridades turcas han mostrado sus condolencias a los familiares de las víctimas armenias, se oponen activamente a que a lo ocurrido se le denomine «genocidio».

Como recordaba el diario “Le Monde” en el artículo “Qu’est-ce qu’un génocide?”, el pasado 16 de abril, la utilización de este término para calificar las grandes masacres de la historia reciente sigue suscitando debates intensos. Sin ir más lejos, recientemente hemos visto como incluso en el Estado español, el segundo en el mundo en número de fosas comunes, se intenta utilizar políticamente este término, no ya para referirse a la dictadura franquista, sino por la violencia política que ha existido durante las últimas décadas. Un hecho irresponsable que además, indirectamente banaliza las masacres de millones de personas en el Holocausto, Camboya, Burundi, Rwanda, Guatemala, la conquista de América o incluso en el genocidio armenio. De igual forma, otros estados niegan, relativizan o contextualizan exterminios como el armenio llevados por intereses políticos o económicos, pero ¿qué es un genocidio? Rafael Lemkin creó este término para definir «la puesta en práctica de acciones coordinadas que tienden a la destrucción de los elementos decisivos de la vida de los grupos nacionales, con la finalidad de su aniquilamiento». A día de hoy, tanto la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998, recogen una idéntica definición para este delito: Se entenderá por «genocidio» cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: matanza de miembros del grupo; lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. Esto es, un cómputo de los hechos que se produjeron en el Imperio Otomano con los armenios.

Al inicio de esta legislatura, Amaiur presentó una iniciativa en el Congreso español para que se reconociera este crimen contra la humanidad, pero las dos grandes fuerzas del Estado prefirieron no enfadar a Turquía. A día de hoy, numerosos estados han reconocido el Genocidio Armenio. De igual forma, organizaciones internacionales como el Consejo de Europa, el Parlamento Europeo o la ONU, en sus resoluciones han señalado que los hechos sufridos entonces por la población armenia, constituyen un auténtico exterminio. ¿A qué espera el Reino de España?

Por todo ello, en este día desde EH Bildu volveremos a mostrar nuestra solidaridad a todos los armenios, tanto de Armenia como de la diáspora. En honor a la verdad, consideramos que para que este doloso crimen no sea olvidado y para que cicatricen las heridas que, aún a día de hoy, persisten y que provocan una tensa relación entre estados como el turco y el armenio, es necesario que al igual que han hecho ya los parlamentos tanto de Gasteiz como de Iruñea, todos los parlamentos reconozcan este crimen contra la humanidad.

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