Javier Orcajada Del Castillo I Bilbao

Bilbao: La ciudad mejor del mundo

Entre bromas y veras, Bilbao ha recibido orgulloso el galardón de Mejor Ciudad del Mundo, lo cual es lógico teniendo en cuenta la autoestima de los bilbaínos... Pero hay mucho de verdad en esa intención provocadora al manifestarse como los mejores. No en el aspecto exterior o en los cambios: en realidad cualquier ciudad en el mundo puede haber experimentado mayor metamorfosis. Además, todo dependería de lo gastado en embellecerla y dotarla.

La originalidad que hace diferente a Bilbao de todas las ciudades es que su conversión en una ciudad cómoda, bonita y acogedora se ha logrado con medios propios, es decir, sin endeudarse ni un euro con ningún banco ni con Madrid, aunque hubiera tenido derecho a ello. Precisamente esa es la característica que le hace ser la mejor ciudad del mundo: no tener deudas ni haber mendigado en ningún ministerio ni en Bruselas ni buscado subvenciones humillantes que exigen arrastrarse y mentir para que se concedan. Todo ha salido de los impuestos pagados por los bilbaínos o de los fondos oficiales a los que se tiene derecho por ley. Por tanto, tampoco es de recibo atribuir el galardón a personajes públicos por muy populares que sean, realizando políticas de imagen eficaces. Ser simpático y popular sólo sirve para autopromocionarse en elecciones.

Pero que los personajes públicos municipales se atribuyan el protagonismo de ser los gestores que han llevado a la ciudad de Bilbao al nivel de éxito logrado es ofender a la población bilbaína anónima, que es la que con sus impuestos y con su civismo ha hecho que todos y todas los bilbaínos y bilbainas se sientan orgullosos de serlo.

Aunque habría que matizar, pues los impuestos y tasas están entre los más altos, por lo que se está convirtiendo en una ciudad de ricos y viejos, pues la juventud debe abandonarla si quiere encontrar dónde vivir. No participan todos los habitantes del galardón: los barrios y periferia tienen muchas carencias y entre la multitud de obras faraónicas realizadas, muchas son fruto del síndrome de bilbainismo, que consiste en que todo lo que se haga sea lo máximo del mundo, aunque sea inútil. En realidad sirve para seguir atribuyéndose la categoría de ser la mejor del mundo.

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