Oskar Fernandez Garcia

Bilbao: vacuo y singular pregón

No me cabe la menor duda que escribir un pregón que logre concitar el parabién de una mayoría significativa de la población a la que va dirigido, tiene que ser forzosamente una tarea altamente difícil de llevar a cabo. Pero el pregón –leído con resolución, pasión y entusiasmo por parte de la pregonera– que ha dado lugar a las fiestas de la capital bizkaina me parece, dicho con todo el respeto a su autor o autora y a sus destinatarias  destinatarios, de una asombrosa frivolidad y simpleza.

Comienza haciendo una referencia directa al escrupuloso respeto que se debe tener hacia las mujeres. Por ende, este se ha de materializar en todos los ámbitos y circunstancias. Prosigue haciendo una mención a cómo surgieron las fiestas de la capital bilbotarra, continúa expresando el orgullo que supone haber alcanzado tan alto designio. A partir de este momento –y en castellano– la pregonera, la actriz Gurutze Beitia, hace mención a los títulos, cargos y honores con los que ha sido agasajada para representar diferentes bebidas alcohólicas, características de la capital o de la provincia. Nuevamente incide en el orgullo que supone haber obtenido ese cargo y la responsabilidad que conlleva. Seguidamente comienzan a brotar una serie de opiniones plagadas de tópicos localistas sobre la comida, las bebidas –que pueden ser degustadas e ingeridas por toneladas y litros–, el transporte, las peculiaridades, irrelevantes, de la villa sobre su adoquinado, gama de color surgido in situ, todo ello entremezclado con el peculiar carácter de las personas nacidas en el bocho y con algunas de las personas ilustres nacidas en él: poetas, escritores, pintores, actores y actrices. En ese retrato costumbrista de la urbe y de sus habitantes, parece ser que no podía faltar todo el rosario de santos y vírgenes que, según parece, permanecen muy vigentes y presentes en el colectivo imaginario de la población bibaina. Que a buen seguro lustros, décadas o siglos le costará desprenderse de tanta religiosidad –eso sí, católica, romana y apostólica–, a pesar de vivir constitucionalmente en una sociedad laica. Evidentemente, la referencia al santo capitalino por antonomasia –unido indisolublemente con el futbol y su catedral– no podía faltar en tan popular pregón. La referencia al equipo que lleva el mismo nombre, con el mismo orgullo y globalmente con mejores resultados, integrado por mujeres, seguramente se disuelve entre el regio edificio y el mencionado santo. Finaliza haciendo mención a la txupinera y a la comparsa de ésta: Txomin Barullo, una de las que atesora mayor solera; y cantando a Bilbao con gran primor y entusiasmo.

Haber optado por un pregón como el que he intentado describir, obviando y relegando al margen del texto o del olvido a tantas y tantas personas –bilbainas y bizkainas– que no podrán disfrutar de esa semana festiva y bullanguera por encontrarse anímicamente en la absoluta desolación por hallarse en situaciones de exclusión social: embargos, desahucios, perdidas del puesto de trabajo, contratos miserables y draconianos, recluidas entre gruesos muros, dispersadas por la geografía peninsular, europea o mundial… La situación sociolaboral de una parte de la población de este territorio es realmente deplorable, las agresiones al medioambiente, por ejemplo, el TAV, son de una gravedad extrema, los casos de corrupción, asentados también en estos lares, son altamente preocupantes, la inmensa lupa del Estado que asfixia cualquier iniciativa, mediante ese procónsul tan diligente él, la negación del derecho, inherente a una colectividad, como es el decidir su propio futuro…

Durante años y años se ha reivindicado 'Jaiak bai, borroka ere bai'. Y teniendo en cuenta que la ciudadanía a quien se dirige el pregón no vive en una arcadia feliz, haber optado por un texto donde se obvia cualquier análisis, empatía, reflexión, mención o apunte sociológico, es una de las tantas opciones que existían, por supuesto. Pero, tal vez, una de las más peregrinas.

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