Maura Rodrigo Alcalá | Secretaria general de CGT-Nafarroa

Carta de una madre a otra

«La familia de uno de los acusados de la violación en grupo contrató a detectives para espiar a la víctima. El abogado del militar remite un informe fotográfico, rechazado, de la chica con su familia y amigos.»
    
Hoy me he despertado con este titular en la prensa Navarra. Y la verdad, me ha dado qué pensar.
    
Hay que ver en qué fregados nos meten estos hijos. Ya se sabe, beben, están de marcha y a veces igual se pasan un poco, pero bueno, tampoco el tema es como para montar semejante escándalo, ya se sabe que los hombres no se pueden controlar, su testosterona les juega esas pasadas, tienen deseos irrefrenables, como procede a su condición de hombres. Por ello, intentar hacerles pagar por algo (violación en grupo), es algo que les puede arruinar la vida, es ir contra natura. Y claro, entre tanto revuelo no ha salido en prensa que esta niña no se defendió de los 5 agresores, nadie se ha cuestionado que cuando una chica va sola a esas horas de la madrugada está buscando que le pasen cosas así, no sabemos si iba bebida, drogada...

Yo soy madre de tres hijos, todos ellos varones, e imagino el infierno por el que están pasando las familias. Afortunadamente, no soy madre de ninguna mujer, con lo que no necesito ponerme en el lugar de la familia de la víctima. No necesito imaginar cómo se va a poder reponer esa niña (porque para mí, desde mi cincuentena, con 18 años es una criatura), de esa agresión.

No necesito imaginar tampoco cómo duerme, si puede seguir estudiando, si alguna vez va a poder salir a la calle sin miedo, si alguna vez va a poder soportar el contacto con un hombre, si va a poder tener pareja, relaciones, hijos, si llora mucho o llora poco...
    
Supongo que tú tampoco te lo quieres imaginar, lógico, te comprendo, porque si lo hicieras tendrías que reconocer que “No” es “No”, que tu cuerpo es tu cuerpo, y nadie tiene derecho sobre él en contra de tu voluntad. Que todas las mujeres deberíamos poder ir por la calle sin miedo, que la calle también es nuestra. Que las violaciones están más relacionadas con el ejercicio del poder que con la satisfacción sexual: “haces lo que quiero, cuando quiero y como quiero”.

Seguro que pensaría en qué me he equivocado yo cuando mi hijo disfruta maltratando. Y si fuera el caso, te diría que te has equivocado en mucho o en nada, no siempre los hijos siguen nuestros ejemplos. Aunque eso de intentar buscar indicios de comportamientos indecorosos? o irregulares? para culpabilizar a la víctima … no sé, si me tuviera que poner en el lugar de la madre de esa niña, pensaría que no es la opción más edificante ni la más adecuada.

Y también seguramente estaría en shock. Seguramente necesitaría un profesional para que me  ayudara a asimilar que mi hijo, al que tanto quiero y adoro, presuntamente ha cometido un acto asqueroso, repugnante y execrable. Y cómo poder convivir con sentimientos contradictorios: mi amor hacia ese hijo y el rechazo que sentiría hacia lo que presuntamente ha hecho. Cómo asimilar que los actos de mi hijo son responsabilidad suya y no supone una vergüenza familiar, sino una vergüenza para él, con lo que no tendría la necesidad de defenderlo.

Afortunadamente no soy madre de ninguna hija, ningún hijo mío ha cometido presuntamente un acto así, y no me muevo entre la dicotomía de justificarle y hacerme así cómplice de sus actos, o asumir que tiene que ser responsable y pagar por lo que ha hecho.

Espero que esta carta te haga reflexionar.

Bilatu