Marta Martín Fernández | Gasteiz

Celos

Es cierto, lo reconozco. Parar, parar, lo que se dice parar como exige un Stop no hice, pero sí frené hasta casi detener mi coche. La recompensa por tan grave infracción, la persecución de una patrulla de la Ertzaintza desde el cruce de Estarrona (Álava) hasta casi la entrada de Gasteiz, cien euros de multa (uf, gracias pronto pago), cuatro puntos menos y tener que dar explicaciones a la profesora de mi hijo por llegar tarde al colegio. ¿Otra huelga de celo o celo de la huelga de otros colegas? Quién sabe. Lo seguro es que no es la Ertzaintza de proximidad que desea el lehendakari. Queda mucho más camino para lograrlo que mis quince kilómetros de autovía.

Bilatu