Juan Carlos Pérez

Decepción y Muerte en Bilbao, 4 de enero de 1937

1937 es el año de la emblemática (por trágica) acción combinada de aviones italianos y alemanes sobre la noble villa de Gernika, cuna y faro de los derechos y libertades de todos los vascos, tal y como ejemplificó el bardo Iparragirre en su tradicional canto. Puesto en duda aún hoy suele contraponerse con otros episodios. Obviamente no fue el único sitio bombardeado por las huestes fascistas. Y por otro lado, se saca el asunto de las prisiones y los ajusticiamentos extralegales del 4 de enero de 1937. Veamos porqué es injusta esa comparación.

Suele afirmarse de manera rotunda que la cifra de bajas del ataque a Gernika fue de más de 4 mil. Considérese que la localidad ya era un centro industrial, con viviendas de varias alturas en su núcleo poblacional, por lo cual, la cifra de 150 resulta ridícula. Y el objetivo era la población civil. Simbólicamente, no tocaron la casa de juntas ni el árbol, industrialmente, no tocaron las fábricas de armas, y estratégicamente, no tocaron los puentes o cruces de carreteras que hubieran cortado el paso por la localidad de las tropas del Euzko Gudarostea. Fueron algo más de 215 los muertos en Bilbao, en los barcos prisión y en las cárceles. Pero, por qué estaban ahí?

Manuel de Irujo fue el ministro de justicia que más hizo por humanizar las consecuencias de la guerra, hasta tal punto que fue llamado el hombre de los canjes de prisioneros. Seguramente algo tuvo que ver cuando se propuso uno antes del 4 de enero de hasta dos mil prisioneros. El Gobierno Vasco, liderado por el Lehendakari y Consejero de Defensa Jose Antonio Agirre, con la mediación del Obispo de Baiona, y la aquiescencia de la Cruz Roja desde su matriz de Suiza con Marcel Junod como artífice. El conde de Torrubia era el mediador. Dos mil presos de las cárceles vascas del lado republicano por otros dos mil de las cárceles vascas del lado insurrecto. Un trato ambicioso, un trato justo, que había sido autorizado por el embajador de España en Baiona y por el Gobierno de Valencia, republicano. Y que fue vetado a última hora, con los buques de la Royal Navy movilizados y en los puntos de acuerdo, prestos a cumplir el canje. Algo que el propio Franco se negó y canceló, en el último momento.

Así pues, aquellos 215 presos que murieron por cauces extralegales no deberían haberse encontrado allí. Pero a más a más, previamente se produjo un severo bombardeo sobre Bilbao, y en lo que se llamó, con criterio basado en datos, el oasis vasco (gracias a la Ertzaña y a los gudaris), hubo una gente (socialistas, anarquistas y comunistas) que se tomaron la justicia por su mano. Un acto horrible y reprobable, incluso, en aquellas circunstancias. Y es por eso que las autoridades vascas detuvieron a los autores y nombraron a un juez especial, encausando a los autores a un juicio que no llegó jamás a poder culminarse por la propia caída de la capital de los vascos, de Bilbao aquél año 1937. No obstante, cabe decir que fue causa de una crisis de gobierno con el consejero de gobernación (Monzón) y dentro del propio PNV (Ajuriaguerra). Ya fue objeto de parte del discurso del Lehendakari en el Consejo Mundial Vasco de París de 1956. Y siempre se ha condenado. Ahora bien, en 1997 el Presidente Alemán Roman Herzog, por medio de su embajador en Madrid, condenó su participación en el bombardeo de Gernika. España, por supuesto, rien de rien. Será que no es su negociado. C'est la vie!

Bilatu