Los resultados de las elecciones en Andalucía son el justo reflejo de las exigencias de una gran parte de la sociedad que no desea ninguna transformación, ni la necesidad de participar directamente en los asuntos políticos. Delegar es mucho más cómodo. Los dos nuevos partidos presentados, son la marca blanca de los populares y de los socialistas, por eso no se ha movilizado la mayoría de los que nunca van a votar. Los entramados de subvenciones que funcionan en la región vienen a ser una renta básica  para una parte de la población que se conforma en la pura subsistencia intelectual. Las dos únicas transformaciones y rupturas que en la actualidad son posibles en Europa vienen de la mano de Euskadi y de Catalunya, en donde los niveles de participación social y política son mucho más amplios y exigentes. Seguir en España, aparte de una pérdida de tiempo, es desatender el futuro de los tremendos problemas en que urgentemente la sociedad debe enfrentarse.