Pablo A. Martin Bosch (Aritz)

Descartes. Aquél no, lo otro

Que no se asusten los estudiantes de bachillerato, no voy a tratar de la selectividad ni del escritor galo. Aquí, como en el juego de cartas, todos los partidos han pedido mus a fin de descararse esperando una baza mejor.

El PP de Rajoy ha sufrido bullyng estos cuatro meses largos de negociaciones para formar gobierno en el Reino. Claro que no es de extrañar. Él lo ha estado practicando durante cuatro años en una legislatura en la que no sólo no ha hecho amigos, sino que ha logrado que nadie quiera sentarse su lado en el recreo, no vaya a ser que además de imponer las reglas del juego, les choricee el bocadillo como ha hecho –presuntamente– con los caudales públicos. Pero al PP no le importa, se saben ganadores en su idílico Reino de ensueño. Basta con no hacer nada para que el despertar sea más dulce, para que los problemas se disuelvan en lugar de resolverse.

Bueno, sí, el niño-bien (que no el buen niño) no ha querido dejarle sólo y apartado en la esquina del patio (de butacas de toda esta farsa) del recreo (Parlamento) y, a pesar de haberse prometido no acercarse a él por su matonismo y robo continuado –presunto–, al final a sucumbido a sus «buenas» intenciones que acercar a todas las partes, a todos los compañeros de juego, salvo al rebelde de la coleta. «Si juega él, yo no», parece haberse prometido a sí mismo. Y C´s, así, ha intentado nadar entre las aguas de la corrupción –supuesta– y las del guaperas del instituto. El primero se ha enfurruñado por acercarse al segundo, y éste ha agradecido el gesto, pero no cuenta con equipo suficiente para jugar el partido.

El «terror de las nenas», entonces, se ha encontrado ante una disyuntiva: o formar equipo con los más rebeldes del patio, o intentar hacerlo sumando además al grupo de los niños-bien. Acostumbrado a que su buen talante ha logrado que los revoltosos siempre acabaran haciendo lo que él quería, su primera opción ha sido la de ganarse la confianza de las gentes de las casitas –que diría Victor Jara–. «Los otros ya vendrán, como siempre han venido», parece haber pensado. Pero en ésta ocasión la jugada le ha salido mal, rematadamente mal. Al quedarse con sólo medio equipo acusa a quienes no les apoyan de «traición», cuando era consciente que de haber obrado al revés quizás hubiera logrado el equipo completo y jugar así el partido.

Las líneas rojas del «no me pueden elegir capitán del equipo a no ser que renuncien a…»; «no me pueden apoyar como líder quienes dicen que…», y otras por el estilo ya iban marcando maneras de lo que el play boy estaba buscando: el apoyo incondicional de unos tras firmar acuerdos con sus contrarios.

Pero, héteme aquí que los grupos más revoltosos del instituto (Institución) han optado por equiparar al nuevo autoproclamado capitán con el matón de antaño (no en baldo habían cambiado las reglas del juego a su voluntad, sin contar con nadie más). Así y todo, como todos quieren jugar, aún quedaba enviar a la amiga más íntima para intentar solucionar las desavenencias. El niño-bien se ofusca y promete retirar su compromiso y, ante los votos prometidos, el guaperas se ve obligado a rechazar toda mediación, culpando de nuevo a los revoltosos (que no sólo es uno) del fracaso del partido.

Solución, como en el mus: descarte y vuelta a empezar. Eso sí, ahora sabemos las preferencias amatorias de sus personajes. Como si de un serial se tratara, ahora somos conscientes de que el PP tendrá que ir sólo y no (debería) encontrar(á) más apoyos que los propios (mientras Rajoy sea el cabeza de lista y los casos de corrupción sigan aflorando. El PSOE, enfrentado al líder popular por un lado, y llamando «traidor» al de Podemos, se ve abocado a repetir alianza con los, antiguamente denominados, cachorros del PP. C´s, una vez roto el pacto con el PSOE, o vuelve al PP, o a la abstención, o intenta una nueva coalición con los Socialistas, ahora sospechosos de infidelidad. Y Podemos, líder del ala revoltosa del Instituto (Institución), pretende agrupar a los de IU, mantener las Confluencias mediante su acercamiento a posiciones de izquierda, aunque sean independentistas, y dar el denominado sorpasso al PSOE a fin de obligarle a tomar posición. Los pactos con Compromís, As Mareas; y En Comú parecen asegurados; con IU-UP parecen ir por buen camino; y ya se habla de lograr más apoyos en la CFN y la CAV. Veremos lo que el futuro nos depara.

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