Iñaki San Sebastián

Escalofríos hispanos

Los dirigentes políticos instalados en Madrid parecen estar en un callejón sin salida. La evolución de los acontecimientos políticos en la nación catalana sin duda les desborda. Les va como anillo al dedo eso de... ni contigo, ni sin ti, tienen mis males remedio... No se imaginan su España sin Cataluny y, sin embargo, no dejan de meterle el dedo en el ojo, haciendo la convivencia política cada vez más antipática e insostenible. ¿A qué viene el mantener una esquizofrénica estrategia de confrontación cuando, mientras no se demuestre lo contrario, a todos conviene convivir en paz y armonía dentro de Europa? Si hacer daño a Catalunya es hacer daño a España, no se entiende el empeño de algunos en pisotear la incontestable identidad nacional catalana. Es una nación que incluso pisa territorio francés (La Catalogne), tiene idioma propio y una amplia mayoría de su Parlamento es soberanista. ¿No va siendo hora de aceptar esta terca realidad y de empezar a resolver el problema, de una vez por todas?

Desde Euskal Herria yo diría que el problema está en los poderes fácticos españoles. Hoy por hoy son incapaces de imaginar una España de treinta y cinco millones de habitantes. Les produce escalofríos solo el pensar que algo parecido pudiera suceder. Y doy esta cifra porque las tensiones territoriales tarde o temprano llegarán también al oeste de los Pirineos. Y, sin embargo, se trata simplemente de un problema político relativamente fácil de solucionar. Bastaría ir reconociendo que la esencia de la democracia no puede quedar encorsetada en leyes no consensuadas. Desde el punto de vista económico, al pertenecer  a la misma Europa, (mercado y moneda común, libertad de circulación de personas, mercancías y capitales, etc.), todo podría seguir prácticamente igual. ¿Dónde está el sano orgullo del pueblo español? Porque si lo sumáramos al empuje solidario de una Euskal Herria y una Catalunya soberanas, funcionando a pleno rendimiento y  tirando del carro, estaríamos ante el auténtico milagro económico español. Seguro que no es imposible e intentarlo sería siempre mucho más práctico que el jugar a la guerra. Menos escalofríos hispanos y un poco más de sentido común.

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