Gerardo Hernández Zorroza

Gestión social y decrecimiento

Los años nos hacen a todos más conservadores. La razón por un lado es el miedo, la dificultad en adaptarnos a los cambios mecánicos y frenéticos que se producen, pero es también por la perspectiva que dan los años y que te hace ver que el pretendido hipercontrol desde el que se nos dirige hace aguas, los equilibrios laborales y sociales cada vez son más precarios y la sociedad –solo hay que mirar a EEUU– se nos va a pique; las personas, que no son máquinas, se cabrean con los «implantes» desde «arriba» –a menudo sin consultar a los de «abajo»–, y se da la paradoja de que el resultado, a pesar del mayor esfuerzo, pues decrece, y surgen además nuevos problemas.

Se opta entonces por aplicar una «vuelta de tuerca más», por meter más presión al sistema, sin entender que este esfuerzo de más desquicia a menudo las cosas, y los equilibrios previos se van al carajo.

De todas formas, nuestros gestores se sienten bastante seguros, pues como dicen «hay cola en la fila del paro». Y lo que pensamos muchos, cada vez más, es que no han calculado demasiado bien las consecuencias.

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