Javier Orcajada Del Castillo I Bilbao

Gurs: campo de internamiento

Quien no tema y quiera conocer la verdad debería visitar Gurs, cerca de Oloron-Saint Marie. Al margen del sadismo y de las tragedias allí sucedidas entre 1939 y 1945, que producen escalofríos, el visitante con conciencia que quiera profundizar se encontrará con que los que fueron allí internados, muchos de ellos vascos, lo fueron por decisión de unos políticos sin conciencia sin otro atributo que la ambición y el terror a los nazis. Todos los que ostentaron el poder en aquella época fueron culpables de la negación de un mínimo de humanidad que se presume que todo ser racional posee para distinguirse de las bestias.

Que Franco y sus acólitos fueron los que encendieron la mecha de la rebelión militar contra la República Española y que reiterarlo hastía. Contribuyeron a ese festival de la ignominia los que miraron para otra parte, que por cobardía o por evitar complicaciones políticas se limitaron a meras medidas caritativas para no ver que 60.000 seres humanos sin culpa ni justificación eran hacinados con la complicidad de Francia, tierra de asilo por excelencia. Tampoco se libra Churchill, que optó por la no beligerancia criminal bloqueando los suministros de armamento para no provocar a Hitler que amenazaba con invadirle. Son culpables los militares y gendarmes que vigilaban con saña a los prisioneros como si fueran bestias, bajo el mando supremo del “héroe” Mariscal Petain, acomodado en Vichy, quien, para hacer méritos fue más cruel de lo que le exigían los “boches”.

Sus herederos son los nuevos invasores de Europa, y ya han logrado la primera pieza: Grecia. Después, ya veremos quiénes siguen o seguimos. Conviene acudir con conciencia para imaginarse lo que sucedió en aquellas instalaciones que ahora ofrecen al visitante un estilo bucólico y sentimental. Pero quién sabe si escarbando un poco en las conciencias se descubren océanos de sangre derramada por los que dieron la vida por unos ideales y que al visitante que acude para saciar la curiosidad y llenar unas vacaciones con morbo les pueda crear un conflicto que cambie su vida. O exclamen que “algo harían…”, como el slogan de los que consideran que no merece la pena revolver el pasado. Visitar Gurs debería ser para los vascos un acto de justicia para homenajear a todos los que allí padecieron y murieron, especialmente a nuestros compatriotas.

Bilatu