Javier Orcajada del Castillo

La descarada presión del imperio para «salvar» Venezuela

Decía Chomsky que lo peor del sistema no es que explote a los pueblos, es que les tomen por tontos e incapaces de descubrir sus burdas maniobras. Su presión propagandística es tan intensa, que son anatematizados los críticos que buscan la realidad de lo que allí sucede. Sólo habría que analizar quienes quieren derrocar el régimen democrático de la República Bolivariana a base de la injerencia intolerable en los asuntos de un estado soberano. En España es Felipe González, el amigo de CAP, quién le asesoró para crear el GAL. Zapatero, el mediador «imparcial», descaradamente a favor de los que preparan el golpe de Estado. Fue bochornosa la intervención de Juan Carlos, quien públicamente humilló al presidente Chávez gritándole: «¿Por qué no te callas?». Hazaña jaleada por la «independiente» prensa española como una gesta. Aznar apoyó vilmente a los golpistas que derrocaron al presidente constitucional, al que el coraje del pueblo devolvió el poder legítimo. EEUU apoyan a las masas fanatizadas por los «demócratas golpistas Capriles y sus socios de la caverna» que pretenden reinstalar en el poder a la oligarquía que perpetúa una política rentista que vive del petróleo exclusivamente, pero que la ciudadanía popular no participa de los beneficios de las inmensas riquezas naturales que pertenecen al pueblo. Esas masas manipuladas han olvidado a los dictadores cipayos que se enriquecieron gracias a la corrupción fomentada por EEUU que se aprovechó de precios privilegiados, asegurándose el suministro de petróleo. Ahora los países «amigos», a los que Venezuela suministraba crudo en condiciones preferentes, miran a otra parte porque el precio internacional del crudo es ruinoso. Con las honrosas excepciones de Cuba, Bolivia y Nicaragua. El Imperio ha ido socavando las democracias latinoamericanas como Brasil, Argentina, Chile, Colombia y no tienen el coraje de defender la legitimidad del presidente Maduro de los furiosos ataques de los medios internacionales. La UE, una organización de fracasados en trance de colapso, se permite interferir en el proceso de la Constituyente. También El Vaticano, que tanto mide sus palabras, ya ha expresado su opinión en contra del proceso. Estas injerencias en los asuntos temporales de otros países es la razón de la pérdida de su credibilidad. Sería deseable que se disculpara por su colaboración y apoyo al alzamiento y ofreciera su opinión sobre la justicia española o la legitimidad del derecho a la autodeterminación de Catalunya. España, la UE, EEUU, medios de prensa del poder, bancos y multinacionales emboscados para derrocar el legítimo gobierno del presidente Maduro: saquen sus garras manchadas de sangre y petróleo de Venezuela y dejen que solucionen sus asuntos con libertad.

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