Maria Olga Santisteban Otegui

La humildad y la soberbia

Pasadas ya las esperadísimas elecciones municipales y autonómicas y en el caso del Pais Vasco a las diputaciones, llega el tiempo de que los partidos políticos, todavía con esa resaca electoral, para algunos especialmente dura y difícil de «digerir» y ante la falta de mayorías absolutas, se pongan ya a «trabajar» y que no entren en el «juego» de a ver quien la dice más «gorda». Que se formen cuanto antes los gobiernos municipales y autonomicos y haya un verdadero cambio en este país.

Estos días hemos visto y oído todo tipo de declaraciones, de los «viejos» y «nuevos» políticos, algunas de ellas que resultan cuando menos sonrojantes y llenas de soberbia y prepotencia, otros se sienten tocados por la mano de dios sin ninguna clase de autocrítica y parece que dueños de una verdad absoluta. La humildad, esa palabra incomoda esa rara virtud que algunos políticos deberian entender y practicar, y que «brilla» muchas veces por su ausencia. A un político o servidor publico se le puede perdonar su ignorancia (que ya es mucho) pero nunca la soberbia, les recuerdo que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo, que les eligió.

Para aspirar a ser una autoridad y tener capacidad para mandar y gobernar, hace falta ser humilde y cercano. Por lo tanto un respeto para todos aquellos que les votamos, porque la política y la soberbia son malas compañeras, y el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio.

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