Joan Llopis Torres

NAIZ suspenso general

«Plumas que desde luego nunca vuelan, 
mas balbucean igual que loro» sugieren el chocolate del loro y a los que, sin mérito alguno, y menos propio y ninguno, continuamente, sin mente a lo tontuna, se apuntan a deslucidos y aguados ganadores, «y cada cual autor de sí, José, la queja a su torpeza y la deshonra añaden».

Repiten como loros, y siendo ruidos pasajeros, sin tino el mismo verso en la contienda, sin cuidado en la medida, rebaños del silencio triste, ahora creen vislumbrar en su ilusión la aurora, con eufóricos estruendos.

No son los pollos tras de don Gil las pollas, sino, aquéllos huyendo, otros los giles y las pollas persiguiendo, esos alcaldes y alguaciles; para en la misma escena, sin otro decorado, en ese teatro de la Corte y mezquindades, asistamos a un Auto de Fe de los nuevos sacramentos de la vieja y necia Inquisición, como todas, compuesta de vulgares, sometiendo a cualquier otra creencia, ya, de gente distinta y lejos de esas sotanas, sin importar adonde.

Continuos de la insuficiencia, sin ser ni haber sido nada, más que gregarios del impuesto con salario, y sin destreza, presumen, alborozados de un día –sin saber de su miseria– del chocolate del loro; ni serán nada Luís, sabiéndote cansado, pues esa es su victoria.

«La derrota –Neruda– como la noche, callada y constelada», «quiero –Romualdo– salir al sol, verle la cara al mundo, y a la vida que me toca».

Ganar, cuando la ganancia no es la única destreza, que, sin ruido de moneda, la única revolución es estar lejos de esos mercaderes; luchar, para perder como Dios manda, para seguir con la pesadumbre de tener que contemplar y reincidente, tan regocijada miseria, arropada de ignorancia contundente. ¿No será ese el honesto destino, de arrebatos alejado? ¿La reputación que da la honra? ¿Quién quiere ganar de extraña aquélla, tan patriótica manera?
En Cataluña en huida, pues quien importa y os olvidáis, más que las ideas es la gente y quien las tiene, quien traiciona a los ciudadanos es Ciudadanos, a la sociedad los socialistas, y en opinión acrisolada –con el impenitente deseo del respeto a la gente– es el Partido Popular, pura porquería. Quedaros sus huestes el chocolate, que a la gente se la rompe pero las ideas vuelan, no con alas de loro.

Están quietas las cornejas en las ramas que se balancean lentamente, el viento ha dejado de agitar sus plumas, siempre vigilantes como centinelas de su tristeza, inalterables por siglos oteando, John… con sus ojos oscilantes en busca de siervos, como los focos que recorren los patios de las cárceles.

«¿O el vuelo y los sueños –López Pinto– es, hondo en el aire desnudo, cegado de luz y desgarro, el fruto prohibido?».   

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