Koldo Campos Sagaseta

Zurutuza

Los hay que hacen un gol y salen corriendo hacia una esquina del campo, quitándose de encima a sus compañeros, incluso a guantazos, para que nadie ose discutirles la gloria de haber sido el autor del gol, como si jugasen solos; los hay que corren despendolados, más de lo que, a veces, corren durante el partido, hasta encaramarse en las vallas que los separan de los aficionados para que nadie ignore que ha sido él quien hizo el gol, no el equipo del que forman parte; los hay que, en cuanto marcan, corren al encuentro de la cámara de la televisión mientras se besan el escudo o señalan con los pulgares de sus manos su número a la espalda para que todos sepan que ha sido él quien ha marcado...

La servidumbre que implica la fama y estimulan los grandes medios multiplica en todas partes, también en los campos de fútbol, el número de imbéciles.

Cada vez son menos los que cuando se encuentran con el gol no corren a una esquina para aislarse del resto de los compañeros y que el público no tenga duda alguna duda sobre el autor del gol, como tampoco buscan las cámaras de la televisión o la euforia de los aficionados. Zurutuza es uno de ellos. Ayer marcó y, simplemente, se volvió hacia sus compañeros para fundirse en un abrazo colectivo y celebrar el gol que había hecho su equipo.

(Euskal presoak-Euskal Herrira)

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