Colombia: marco de confianza y distensión

El proceso negociador entre el Gobierno de Colombia y las FARC que se desarrolla en La Habana está llegando a su fase final. Mucho se ha avanzado hasta ahora, aunque todavía quedan cuestiones pendientes de gran calado –las llamadas 42 salvedades– cuya resolución puede llegar a retrasar la firma del Acuerdo Final, básicamente, por falta material de tiempo para resolverlas, tal y como reconoce a GARA el negociador plenipotenciario de las FARC Jesús Santrich. A pesar de las dificultades, los negociadores ya piensan en el futuro: en la implementación de la justicia reparadora, en el restablecimiento del tejido social y en que las nuevas generaciones no se vean sometidas a la guerra.

A tenor de lo expresado hasta ahora, quizás el aspecto más reseñable del proceso negociador de La Habana haya sido el impacto que ha tenido la construcción de un marco de confianza entre las delegaciones de fuerzas enfrentadas militarmente durante muchos años en el avance del proceso en general. No ha sido un proceso lineal, ha pasado por desencuentros y altibajos que se han ido superando gracias a la voluntad política de ambas partes, materializada en el empeño de la palabra y en el cumplimiento de los compromisos adquiridos. Ese marco de confianza ha permitido reducir las hostilidades –el desescalamiento– hasta el punto de que hoy en día se puede hablar de un cese de fuego bilateral de facto. Se han creado las condiciones para que la comisión de verificación –cuya puesta en marcha está prevista tras la firma del Acuerdo Final– pueda comenzar sus trabajos ya.

El avance en la distensión ha movido a nuevos sectores del pueblo de Colombia a abandonar sus reticencias y a comprometerse con el proceso de paz, ha acercado a otros sectores que se habían quedado fuera y ha debilitado sustancialmente las posiciones de los sectores inmovilistas que –como apunta Santrich– tarde o temprano tendrán que llegar también a un entendimiento.

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