Compromiso y pacto: lección desde Irlanda

Compromiso y pacto, ese el arte de la política. Se puede trabajar sobre lo que se es capaz de comprometer, solo con principios no se hace política. Esta es quizá la lección que el proceso político de Irlanda dejó como legado. Pero decirlo es una cosa y materializarlo, otra muy distinta. El histórico acuerdo de Viernes Santo que en 1998 fue firmado por los gobiernos irlandés y británico, aceptado por la mayoría de los partidos políticos implicados en el conflicto y aprobado por el pueblo de Irlanda mediante referéndum, fue un hito en la consolidación de la paz. Desatascó temas críticos como el de los presos, la desmilitarización o compartir el poder entre antiguos enemigos de armas y ahondó en la confianza mutua y la interacción entre diferentes. Sin embargo, el desarrollo del espíritu y letra de aquel acuerdo, la implementación de todos sus puntos, ha sido un proceso mucho más lento, no exento de crisis, rupturas y de permanente renegociación.

Tras once semanas de diálogo intensivo con Londres y Dublín, los cinco partidos del Gobierno autónomo de Belfast cerraron ayer un amplio y ambicioso acuerdo que abarca temas económicos y políticos. Este acuerdo profundiza en muchos de los temas que venían recogidos en el Acuerdo de Viernes Santo y recoge –con significativos flecos aún por cerrar– aspectos tan decisivos como el de hacer frente al pasado, nuevos mecanismos para investigar el legado de los «años de plomo», las banderas, los desfiles u otras cuestiones relativas a la identidad. Asimismo, contempla un ambicioso paquete financiero que permitirá al Gobierno de Belfast sufragar nuevos servicios públicos, proteger a los más vulnerables, invertir en la economía real y, sobre todo, en la construcción de la paz y la reconciliación.

Desbloqueada la toma de decisiones del Gobierno, han demostrado que con actitud constructiva todo es posible en la política. Que con compromiso y pacto pudieron dejar atrás un pasado brutal y que marchan a paso firme desde donde están hasta donde merecen estar.

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