Demografía estancada, riesgo de país paralizado

Eustat publicó ayer sus proyecciones de población para 2031, una hipótesis de trabajo que no hay que tomar como verdad absoluta, pero que deja entrever las tendencias demográficas del futuro. Es una cuestión poco tratada en el debate público, pero ocupa y preocupa desde hace tiempo a analistas y gobernantes de Europa, cada vez más vieja y despoblada.

No es para menos, viendo los datos publicados ayer por Eustat. A modo de resumen, basta decir que el ente público calcula que la edad media en Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, que ahora es de 45 años, será de 48 años en 2031 –una media que en 2001 era de 41,5 años–. La CAV se hace vieja y la pirámide de edad hace tiempo que dejó de parecerse a una verdadera pirámide. De forma paralela, cabe destacar que el crecimiento natural calculado es negativo. Es decir, en los próximos tres lustros morirá bastante más gente de la que nace. Concretamente, la pérdida se calcula en algo más de 74.000 personas. Afortunadamente, el crecimiento global acaba siendo positivo gracias a la inmigración, que no solo da la vuelta al saldo final, sino que además ayuda a rejuvenecer parcialmente la pirámide, ya que la mayoría llegan a edades comprendidas entre los 25 y los 40 años. Con todo, Eustat calcula que en 2030 vivirán en la CAV 2,186 millones de personas, tan solo 14.000 más que hoy en día. Esta proyección, junto al hecho de que la media de edad será cada vez mayor, dibuja uno de los grandes retos que Euskal Herria tiene ante si de cara al futuro.

El hándicap para el sistema de pensiones –cada vez habrá más gente ejerciendo su derecho a cobrar la pensión y menos trabajadores cotizando– es solo la punta del iceberg de un reto que requiere altura de miras, políticas integrales y acuerdos de país para conseguir, como mínimo, que nadie emigre de Euskal Herria por motivos laborales –Eustat dice que 459.000 personas dejarán la CAV en los próximos 15 años– y para que aquellos que lleguen de otros lugares encuentren en este país su casa.

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