El reto de la izquierda ante la crisis europea

Dos citas con las urnas que se celebraron ayer ejemplifican la crisis de los países europeos. En Austria se celebraba la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con un candidato de extrema derecha y otro ligado a los verdes. El hecho de que entre los contendientes no hubiera ningún candidato de los partidos socialdemócrata y democristiano que forman la gran coalición que gobierna el país es una clara muestra del descrédito de los políticos tradicionales. En Italia se abrieron las urnas para refrendar una reforma constitucional que pretende terminar con el actual reparto de poder para profundizar en eso que llaman eufemísticamente gobernabilidad. En realidad, se trata de un intento de que el ejecutivo aumente su control sobre el resto de poderes, y poco tiene que ver con una profundización de la democracia, teóricamente uno de los valores supremos de los sistemas políticos de Europa.

Es cierto que los austríacos cerraron la puerta al ultra Hofer, pero más difícil será que Europa se sacuda su profunda crisis. El imperativo económico domina la política al tiempo que resulta impotente para mejorar las condiciones de vida de la mayoría social, buena parte de ella sumida en la pobreza y desigualdad. La UE ha sacrificado los valores de la democracia y los derechos humanos en el altar económico, y mientras la socialdemocracia trata de salvar ese sistema caduco, la extrema derecha identifica correctamente los problemas a los que ofrece soluciones tóxicas y maniqueas basadas en la división y la culpa.

Como acertadamente recordó Jeremy Corbyn en Praga, el socialismo se ha diluido defendiendo el orden existente –cuando es evidente que no funciona–, en vez de plantear cómo llevar a cabo una reforma económica y social radical. Apuntó también que para frenar a la extrema derecha la izquierda tiene que apostar por una ruptura con la política elitista y la economía fracasada defendiendo los principios solidarios e internacionalistas del socialismo.

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