El TAV y la negación de la evidencia

Los parlamentarios vascos volvieron a escuchar ayer las razones de dos expertos, ya van unos cuantos, en contra de los supuestos beneficios del Tren de Alta Velocidad y, en concreto, de la «Y vasca». Los académicos David Hoyos y Germà Bel desnudaron una a una las supuestas ventajas del TAV, sobre todo en términos de rentabilidad económica, aunque también social y medioambiental. Unas supuestas ventajas que van cayendo por su propio peso, como ocurrió la semana pasada cuando Fomento aseguró, en contra de lo anunciado, que el TAV unirá las capitales de la CAV en el mismo tiempo que se tarda en hacerlo en coche y en poco menos de lo que lo hace un autobús, un medio de transporte medioambientalmente más sostenible, según apuntaron ayer los expertos.

El veredicto de ambos fue demoledor: la «Y vasca» es una infraestructura elitista pagada por todos, no solucionará problemas de tráfico, solo será rentable con billetes a 25 euros entre las capitales, no generará actividad económica adicional y amenaza con provocar el «efecto túnel», que no supone sino el abandono de los núcleos existentes entre las capitales. La conclusión de Hoyos, que recomienda paralizar la «Y vasca» o reconvertirla en un ferrocarril con paradas intermedias, fue dramática: «La pregunta ya no es cuánto puede ganar la sociedad vasca, sino cuánto está dispuesta a perder».

¿Qué nueva evidencia necesitan para dar marcha atrás y replantearse todo el proyecto? Más aun vistos los reiterados incumplimientos del Gobierno español, que mantiene en el aire la conexión con el Estado y convierte de un día para otro la «Y vasca» en el tren con horarios convencionales más caro que se recuerde. Resulta injustificado desde cualquier óptica empecinarse en la construcción de una infraestructura que no aporta beneficio económico ni social ninguno. De hecho, es incomprensible a no ser que se quiera convertir el TAV en la prueba de que nada se ha aprendido de la crisis de los últimos años.

Bilatu