Enfocar la realidad que el espectáculo retuerce

El comienzo del juicio por la muerte de Maureen Ada Otuya y Jenny Sofía Rebollo a manos de Juan Carlos Aguilar ha generado gran expectación mediática y el consecuente morbo social. Lo sórdido del caso azuza la polémica y el debate tabernario. Los bajos instintos se retroalimentan y se autojustifican. Los detalles tapan en parte lo sustancial del caso. El enfoque espectacular nos acerca esos detalles y nos aleja de esa realidad que subyace, que es nuestra realidad, parte triste y trágica de la realidad vasca. A caballo entre lo políticamente correcto y la siempre efectiva justificación del interés social, se adorna, aunque sea con tintes tenebrosos o exóticos, un suceso cuya crudeza no necesita de aderezo alguno. Y así, en cierta medida, se desenfoca lo más importante: las víctimas.

Y es importante poner el foco en la condición de mujeres, putas y migrantes de Otuya y Rebollo. La de Aguilar no fue una elección al azar, fue calculada, derivada de la vulnerabilidad que sufren estos colectivos y de una mayor impunidad. Hay que enmarcar lo sucedido en el fenómeno general de la violencia machista, intentando que las especificidades del caso no lo desliguen de esa realidad, sino que sirva para entenderla mejor, punto de partida necesario para poder combatirla. Hay que situarlo obligatoriamente en nuestra tierra, en nuestra sociedad, que evidentemente no es ajena ni a esa violencia contra las mujeres, ni a la prostitución, ni a la migración ni a su marginalización. Esto tiene mayor importancia en un momento en el que existe una agenda criminalizadora que se basa en datos falsos. Sí, un ciudadano vasco ha secuestrado y torturado hasta la muerte a dos migrantes. Asimismo, que el relato suene a película de terror, a proceso judicial de película norteamericana, no debe facilitar el distanciamiento emocional. Y hay que proyectarlo a futuro en términos políticos, de políticas integrales, concretas y efectivas.

Precisamente, el juicio ha destapado que no se ha avanzado en la protección de este colectivo y que su vulnerabilidad perdura. Esto es lo que habría que enfocar y atajar.

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