Escenario apocalíptico con salidas políticas

Por primera vez en la historia contemporánea, al menos desde la II Guerra Mundial, Naciones Unidas ha declarado de manera simultánea a cuatro países el máximo nivel de emergencia humanitaria, el conocido como «Nivel 3»: Irak, Sudán del Sur, Siria y República Centroafricana. A eso hay que añadir el empeoramiento en Gaza, República Democrática del Congo o Yemen, agravado por la situación de los países vecinos ante la avalancha de exiliados que huyen de esos conflictos. En el contexto europeo, aunque se trate de otros parámetros, no cabe olvidar la crisis desatada en Ucrania.
Estas crisis, que ya de por sí tienen dimensiones bíblicas, se topan además con la incapacidad de las agencias internacionales para lograr recursos suficientes y encaminar la ayuda. Por un lado, porque el hecho de que tales tragedias se den a la vez dificulta cualquier previsión de recursos. Por otro lado, porque los potenciales donantes son más reacios a dotar de fondos a los organismos internacionales cuando son situaciones provocadas por seres humanos, como es el caso, que cuando se trata de catástrofes naturales. Asimismo, el reparto de esa ayuda se encuentra con serias dificultades logísticas y de seguridad sobre el terreno. Jon Cuesta recoge algunos de estos problemas en el reportaje sobre Sudán del Sur que hoy publica GARA.
Ante estos escenarios apocalípticos, los responsables de las agencias de apoyo a los desplazados y a las víctimas de la guerra subrayan que su labor solo puede paliar parcialmente el sufrimiento de millones de personas, lo cual es muy importante en estos momentos, pero que tratándose de conflictos armados de naturaleza política, la solución a estos debe de ser también política. No ocultan que su labor responde a la urgencia, pero defienden que la única garantía de que esa ayuda sirva para algo es que se atienda de una vez por todas lo importante: la resolución política de los conflictos. A esto cabría sumar que las potencias renuncien a desestabilizar y que se prevengan situaciones potencialmente desastrosas. Para eso, evidentemente, hace falta otra clase de comunidad internacional.

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