El lunes se cumplirá el quinto aniversario de la Conferencia Internacional de Paz de Aiete, el hito que abrió la puerta a la serie de pasos que han conseguido traer un pedazo de paz a este país. Un pedazo de valor incalculable que ha servido para abrir nuevos horizontes y que, sin embargo, dista de la paz integral a la que aspira la sociedad vasca. Esta paz solo vendrá de la mano de la verdad, la justicia y la reparación para todas las víctimas del conflicto, así como del respeto a los derechos de todas las personas involucradas en él.

La decisión de la Audiencia Nacional española de reabrir el caso de José Miguel Etxeberria Naparra y buscar su cuerpo, hasta ahora desaparecido, en Las Landas es la enésima enmienda a la totalidad al discurso que presenta un conflicto alimentado únicamente por la violencia unidireccional de ETA. Asimismo, el séptimo aniversario de la redada del «caso Bateragune», acompañado ayer por un manifiesto a favor de la libertad de Rafa Diez firmado por una destacable y variada lista de personalidades, es también el recordatorio de que en el punto de mira del Estado no solo ha estado un grupo armado. Ni mucho menos.

En este camino hacia una paz más completa, el capítulo de los presos y sus familias tiene un lugar principal. La dispersión sigue afectando a la inmensa mayoría (Luis Angel Galarza cumplió ayer hasta el último día de sus 25 años de prisión muy lejos de casa) y casos extremos como el de Arantza Zulueta, aislada en Puerto III, solo pueden entenderse desde la sed de venganza y revancha. Capítulo aparte merece el trato inhumano a los presos enfermos, que con la actual legislación deberían estar ya en casa, sin esperar ni un minuto más. Es una cuestión de meros derechos humanos, tal y como reivindica Sare, que recuerda que la activación popular es fundamental para acabar con las situaciones de excepción. Así lo mostrarán hoy, a partir de las 17.00, en Donostia, como nuevo jalón en un camino que tendrá que seguir después de este quinto aniversario.