Independencia para otro modelo social

U no de los debates previos al referéndum de Escocia ha sido el de la paulatina privatización de servicios públicos por parte del Gobierno de Londres. Pero no todo se había contrastado. A menos de un mes de la consulta, la discusión sobre la conveniencia o la inconveniencia de la independencia escocesa se ha centrado en el proceso de desmantelamiento del servicio público sanitario británico. Los partidarios de la independencia se han mostrado totalmente en contra de la privatización, y no solo en los debates, ya que el Gobierno escocés aumentó el gasto en sanidad para compensar esos recortes. Pero es cuestión de tiempo que la liquidación de la sanidad pública llegue a Escocia... o que no llegue; en ese caso, sería cuestión de días.

Mientras los unionistas niegan la viabilidad de una Escocia independiente aludiendo a cuestiones como la moneda o la integración en la Unión Europea, hay datos que no necesitan prospección alguna y no pertenecen al campo de las hipótesis. Datos reales como el relativo al Servicio Nacional de Salud, que las políticas de Londres abocan a su desaparición y los representantes del independentismo escocés intentan mantener. El Gobierno escocés ha ido compensando los recortes de Westminster, pero sus presupuestos no podrían aguantar esa carga si la opción unionista resultase ganadora en el referéndum. Y existen otros datos referidos a las políticas económicas y sociales en general hasta ahora aplicadas no solo por el actual Gobierno de Londres, sino por los anteriores, tanto conservadores como laboristas, encuadradas estrictamente en el modelo neoliberal.

Dentro de un mes los electores escoceses se pronunciarán sobre algo más que sobre la independencia o la continuidad de una Escocia unida a Gran Bretaña. Porque para muchos escoceses no se trata de proclamar la independencia de su país sin que nada más cambie, sino de conseguir el control político que también haga posible otro modelo económico y social.

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