Más allá de la resistencia, el desarrollo político de los principios

Los aficionados a las conspiraciones tienden a concentrarse más en la aparentemente inconexa relación entre noticias malas que entre noticias buenas. Lógicamente, el fatalismo cotiza más que la esperanza en ciertas mentes calenturientas. Sin embargo, el pasado miércoles la sucesión de noticias positivas del ámbito internacional dejaban poca duda de que, es difícil saber si de manera coordinada y milimétricamente calculada o de manera más espontánea pero en ningún caso aislada, algunas potencias y diferentes actores internacionales habían dado un fuerte impulso a sus respectivas agendas.

En este terreno, el acuerdo entre Cuba y EEUU para reanudar sus relaciones tras más de cinco décadas y avanzar en una negociación para normalizarlas definitivamente, con un más que simbólico intercambio de «rehénes» incluido, es una noticia verdaderamente histórica. Es la consecuencia de un proceso bien comandado, bien ejecutado y bien gestionado.

La asunción por parte de Barack Obama del fracaso de la política contra Cuba supone ante todo un gran éxito para la revolución. Más allá de explicaciones sicológicas sobre el interés del presidente norteamericano por pasar a la Historia, este supone un paso limitado pero interesante en la agenda política de los demócratas. Entre otras cuestiones, otras comunidades que, como la cubana residente en Miami, ejercen de grupo de presión para condicionar y guiar la política internacional yanqui, deberán valorar hasta qué punto esto puede suponer un precedente. Es de suponer que, por ejemplo, el lobby sionista así lo habrá valorado.

Si bien en otro registro mucho más modesto, el alto el fuego indefinido decretado por las FARC-EP por un lado, casualmente también desde La Habana, y la noticia de la exclusión de Hamas de la «lista negra» de grupos terroristas de la Unión Europea, junto al apoyo del Parlamento europeo al Estado palestino, por otro lado, muestran unas tendencias que, si bien están lejos de estar consolidadas -está por ver qué consecuencias traerán y cómo se implementarán-, contrastan con algunos de los dogmas de la tradición geopolítica imperial. Como siempre, la lectura política de estos hechos resulta mucho más fructífera que la ficción conspirativa. Que los intereses hegemonistas de EEUU son los mismos está fuera de duda, luego el cambio de política responde a una modificación de su estrategia y, sobre todo, a un cálculo de eficacia. Es necio decir que Bush y Obama son lo mismo, igual que resultan necios los republicanos que acusan a Obama de «comunista». Pero también es evidente que EEUU no renuncia a dominar y comandar el mundo y que siempre maniobra en ese sentido.

«Modus operandi» criminal

Que esa tradición imperial de EEUU basada en la contrainsurgencia -o en la insurgencia, según el momento y el adversario-, en la injererencia y en el chantaje sigue vigente, se ha podido comprobar a las pocas horas de que Obama y Raúl Castro anunciaran su acuerdo, con las sanciones contra Venezuela que se suman a las impuestas a Rusia. Y más claramente aún al conocer el informe de la CIA escrito en 2009, durante el primer mandato de Obama, en el que se revela la existencia de operaciones de contrainsurgencia que incluyen bombardeos, secuestros y ejecuciones ilegales en terceros países. Precisamente, uno de los «casos de éxito» que de manera obscena se reivindica en ese informe es la muerte en un bombardeo del dirigente de la FARC Raúl Reyes, ocurrido en en marzo de 2008 en un campamento ubicado en territorio ecuatoriano, en el que perecieron un total de veintidós militantes colombianos y cuatro estudiantes mexicanos. El informe desnuda la impostura de un Estado que se presenta ante el mundo como garante de derechos y libertades, mientras no duda en practicar el exterminio ilegal de los adversarios de sus intereses en el mundo.

En este ámbito, los denominados «cinco héroes» cubanos, de los cuales los tres que permanecían presos han sido liberados ahora como parte del acuerdo entre ambos estados, son un claro exponente de la diferencia entre EEUU y Cuba. Estos espías fueron detenidos no porque estuviesen vigilando intereses norteamericanos contra los que actuar, sino por ejercer la labor de control de la insurgencia cubana cobijada, financiada y ayudada por las sucesivas Administraciones norteamericanas. La inteligencia defensiva cubana contrasta con la injerencia criminal norteamericana.

Mucho más allá de la resistencia

Se ha subrayado la resistencia del pueblo cubano y de sus dirigentes como la clave de esta victoria. Es cierto. También la solidaridad entre los pueblos y las alianzas estratégicas en un momento geopolítico muy complicado. Pero, sobre todo, aun con sus errores, algunos de ellos admitidos públicamente por sus dirigentes y otros sujetos a debate, la clave de esta victoria son los logros de la revolución, entre otros haber priorizado la Salud y la Educación como sus grandes valores. Si el bloqueo no ha logrado que el pueblo se rebelase es en gran medida por resistir, sí, por resistir en esas políticas.

En las páginas previas los lectores de GARA pueden leer el análisis de José Miguel Arrugaeta sobre los retos que afronta ahora Cuba. Y parece claro que en adelante va a ser tanto o más difícil que resistir, porque se trata de ganar, de avanzar en ese proceso histórico hacia la libertad y la justicia que es la revolución socialista

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