Nuestras causas justas

Si se mira en las hemerotecas la cobertura y las reacciones a la Declaración de Bruselas de hace cinco años, se podrá comprobar con qué ignorancia y cinismo se enfocaba la resolución del conflicto vasco en aquel momento. Si se atiende al balance de este periodo, resumido ayer por el propio Brian Currin, se podrá comprobar lo errados que estaban los dirigentes y analistas españoles –también algunos vascos–. A la pobreza de su lectura en aquel momento se ha superpuesto la corteza de su posición política posterior, incomprensible a ojos mínimamente objetivos. Cinco años después los mandatarios españoles siguen empeñados en batallas, y corren el riesgo de perder la guerra por empeñarse en ella en vez de alimentar la paz.

El plantel de primer orden que apoyó ayer la demanda de liberación de Arnaldo Otegi y la repatriación de todos los presos vascos, con referentes de la talla mundial de Pepe Mujica o Angela Davis, pasando por Slavoj Zizek, Ken Livingstone o Fermin Muguruza como representante vasco, supone un nuevo espaldarazo para el proceso vasco. No es sencillo reunir a esas personalidades en torno a una causa común, pero la injusticia del encarcelamiento de uno de los líderes que propició este nuevo tiempo político, y el incomprensible sostenimiento de políticas de excepción con el conjunto de los presos políticos vascos, sin duda ha facilitado esta declaración. La torpeza del adversario y una gran labor de diplomacia popular sostenida y eficaz.

Muchos de los firmantes, como Lucía Topolansky, Gerry Adams o Ahmed Kathrada, fueron militantes insurgentes y presos antes de ser líderes de sus respectivos procesos políticos. Conocen de primera mano, por lo tanto, los rigores del castigo político, de la venganza, de la represión. También saben que justo antes del amanecer la noche parece más oscura. En Euskal Herria, le está costando amanecer más de lo esperado, y hace peor tiempo del deseado. Pero no hay duda de que por delante queda todo el día por vivir, de nuestra firme voluntad de ser libres, y de la solidaridad internacional. Hoy toca agradecer esa ayuda sincera. Igual que ese apoyo disparó el proceso hace cinco años, esta oportunidad para relanzar nuestras causas más justas, más claras, debe ser aprovechada. Fuera y en Euskal Herria.

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