Nuevo gobierno para la misma política

Con un índice de popularidad en continuo descenso, el presidente francés, François Hollande, y el encargado de materializar sus planes de austeridad, Manuel Valls, afrontan un comienzo de curso sumamente complicado. Era conocida la oposición de numerosos diputados socialistas a esos planes; el llamado Pacto de Responsabilidad y Solidaridad ha concitado una fuerte oposición en el seno del PS y, por supuesto, entre los sindicatos. Además, los datos económicos negativos empeoraban la delicada situación del presidente y del Gobierno del PS. Pero aun podía ser, y ha sido, peor. El pasado fin de semana, dos ministros criticaban duramente la política del Ejecutivo francés por priorizar la reducción del déficit público y arremetían contra las medidas plegadas a las directrices de la canciller alemana, Angela Merkel.

Hollande debía mover ficha y lo ha hecho. Pero no para rectificar. La reestructuración del Gobierno anunciada ayer es una reacción justo en en la dirección contraria a la que muchos, especialmente en su partido, hubieran esperado. Con la formación de un nuevo gabinete pretende disponer de un equipo cohesionado en torno a esa política económica que tanta oposición ha suscitado, pero en la que, no obstante, Hollande se reafirma. En cualquier caso, esta forma de afrontar la crisis de gobierno difícilmente va a apaciguar las tensiones en el seno del PS y el creciente descontento de la ciudadanía. A buen seguro, alguien se estará frotando las manos ante la deriva de los mandatarios franceses del PS. Con una derecha enfrentada y quienes se dicen de izquierda apostando por planes propios de aquella, no debe extrañar la buena salud de la extrema derecha de Marine Le Pen.

Entretanto, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, recibía los parabienes de Angela Merkel por las «duras» reformas que ha llevado a cabo su Gobierno y, al igual que la canciller alemana, mostraba su apoyo a las políticas de Hollande. Quedaba así patente la buena sintonía de los gobiernos de los dos estados de ambos lados del Bidasoa, en manos de partidos de diferente signo, pero unidos por una misma orientación económica: la de Angela Merkel.

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