PISA y las preguntas pertinentes

En Finlandia algunas niñas y niños aprenden a leer dividiendo palabras en sílabas y después las sílabas en sonidos; otros alumnos, por el contrario, empiezan con los sonido para formar sílabas que luego componen palabras. Cada persona es diferente y la escuela en Finlandia contempla y cuida esa diversidad. Pero no todo termina ahí. En Finlandia, por ejemplo, los datos fiscales de todos los habitantes son públicos y cualquiera los puede consultar. La sociedad valora el derecho a la privacidad pero considera que tiene un valor superior la transparencia. Y esa escala de valores también tiene un reflejo en la escuela. No es extraño, por tanto, que obtenga unos grandes resultados en el famoso informe PISA que evalúa las competencias de los estudiantes de 15 años en tres áreas de conocimiento.

Mientras en Euskal Herria seguíamos enredados en el laberinto de la Lomce, llegó el último informe PISA con unas malas notas, especialmente en la CAV. Como suele ser habitual, se inició inmediatamente la búsqueda del culpable: primero fueron los cambios en la muestra de evaluación; luego el uso de tecnología informática; más tarde los profesores… Lo cierto es que antes de que llegara ese informe, el sistema educativo ya adolecía de graves problemas, tal y como puso de manifiesto el pasado otoño Save The Children que alertaba que la escuela vasca no contribuía a reducir las desigualdades sociales y, además, segregaba a los estudiantes por origen y estatus socioeconómico, empobreciendo la diversidad de sus relaciones. Y la escuela no es más que el reflejo de los valores de una sociedad.

PISA ha puesto de manifiesto la existencia de un sistema educativo sin objetivos claros y una sociedad sin pulso, satisfecha en la mediocridad. Superar la actual crisis es, como subraya Josu Sierra en la entrevista publicada hoy en GARA, plantear las preguntas pertinentes, esto es, los objetivos que tenemos como sociedad y el papel que debe desempeñar la escuela en el logro de los mismos.

Bilatu