El largo ciclo electoral iniciado en mayo de 2015 entra en su recta final en la CAV, donde 2,2 millones de personas elegirán al próximo lehendakari en otoño. Algunos de los movimientos políticos que se darán en este periodo no tendrán nada que ver con la cita electoral, otros la trascenderán notablemente, pero todos serán observados a través de la lente electoral. Esta semana han aparecido, en este sentido, noticias que muestran las prioridades de cada actor político, en especial de las tres principales fuerzas llamadas a protagonizar la próxima legislatura: PNV, EH Bildu y Podemos.

Los primeros han sido parte del sainete de la configuración de la Mesa del Congreso. Insisten en que ninguno de los 10 votos extra que tuvo el PP fue suyo, aunque lo cierto es que las matemáticas políticas dicen lo contrario, igual que el propio Partido Popular. Pero más allá de las transacciones con la derecha española, el PNV lleva tiempo dejando claro que su socio preferencial en la CAV es el PSE. Véanse el Ayuntamiento de Gasteiz o la Ley de víctimas del Estado. Al otro lado del tablero, la dirección de Podemos presentó ayer a Pili Zabala como su candidata. Más allá del ansiado cartel, y de la incógnita de cómo se desenvolverá en la arena política, el proyecto de país del partido morado sigue siendo un interrogante abierto.

Podemos decidió realizar el anuncio el mismo día en que el candidato de EH Bildu, Arnaldo Otegi, presentaba el equipo formado, precisamente, para elaborar una propuesta de país. El punto de partida del candidato abertzale es tan nítido como ambicioso: «Por un país compartido». Para ello ha formado un equipo formado por personas de trayectoria contrastada en diversos ámbitos. El reto ahora es traducir todo este conocimiento y esta experiencia en una propuesta política concreta de calado. Es difícil imaginar una forma mejor de sobrevivir al vaivén electoral que un sólido proyecto de país; que no deja de ser, al mismo tiempo, la mejor herramienta para acudir a las urnas.