Que sea algo más que un paréntesis

La alegría de los miles de palestinos que ayer tarde salieron a las calles de Gaza contrastaba con los edificios en ruinas que los rodeaban. Celebraban el alto el fuego que les permitirá por lo menos conservar su única posesión, su vida. Poco antes, los bombardeos israelíes habían arreciado como si pretendieran conjurar las presiones de los sectores más extremistas ante el fin de las hostilidades. Hamas, por su parte, reivindicaba la «victoria» palestina.

Resulta difícil hablar de victoria tras la pérdida de más de 2.000 vidas y la devastación de ese territorio palestino. Ahora bien, es innegable que la capacidad de resistencia palestina ha logrado algo impensable antes de la ofensiva israelí: la apertura de los pasos fronterizos con Gaza para posibilitar la ayuda humanitaria y la reconstrucción de la Franja, entre otras medidas. Es preciso recordar que mucho antes de la operación «margen protector», antes del secuestro de los tres jóvenes judíos utilizado por Israel para justificar su agresión y antes del acuerdo palestino de unidad nacional, los habitantes de Gaza ya estaban sometidos a una agresión continua, recluidos en lo que se había convertido en la mayor prisión del mundo. Por eso era importante, además de justo, que el acuerdo de alto el fuego permanente incluyese medidas encaminadas a acabar con esa situación inhumana.

Israel ha sufrido muchísimas menos víctimas que los palestinos; sin embargo, su abrumadora superioridad militar no le ha brindado la victoria, una percepción extendida entre la propia población israelí. Este incalificable ataque militar ha supuesto una deslegitimación, mayor aun, de ese Estado ante la opinión pública mundial, que en muchos países se ha movilizado masivamente, lo que contrasta con el tibio reproche de las instancias oficiales internacionales, especialmente árabes, que han mostrado una actitud sumamente hipócrita.

En cualquier caso, la ocupación de Palestina continúa, y está por ver si el acuerdo desemboca en una negociación que aborde decisivamente la solución del conflicto y en la que la comunidad internacional debería jugar un papel más ecuánime y digno que hasta ahora. Que no se trate de un mero paréntesis hasta la siguiente agresión.

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