Recortar 10 millones y llamarlo nueva ayuda

Este fin de semana se han conocido, filtraciones a la prensa mediante, algunas de las condiciones de la «nueva ayuda» que la Diputación de Gipuzkoa pondrá en marcha próximamente para luchar, aparentemente, contra la exclusión social. Será el sustituto de la Ayuda de Garantía de Ingresos (AGI), eliminado por PNV y PSE después de una campaña mediática que presentó la ayuda instaurada por EH Bildu como un desmesurado despilfarro y una llamada a migrantes y maleantes de todo el planeta –hay que recordar que la AGI se instauró en 2012 para contrarrestar el endurecimiento del acceso a la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) por parte del Gobierno de Patxi López, que elevó de uno a tres los años de empadronamiento necesarios para acceder a la renta–.

Al parecer, la misma Diputación que ha hipotecado las arcas públicas guipuzcoanas para los próximos 32 años con una incineradora impuesta e innecesaria, considera que los 11 millones de euros anuales que la AGI dedicaba a luchar contra la exclusión severa son demasiados, por lo que la «nueva ayuda» nacerá con un presupuesto inicial 870.000 euros anuales. Sería irrisorio si detrás de esos 10 millones de recorte no estuviesen los sectores de la población más castigados. Unos sectores que no han hecho sino crecer durante la crisis, también en Gipuzkoa, donde casi 40.000 personas se hallan en situación de exclusión severa. De ellas, solo 200 recibirán la nueva ayuda de la Diputación –frente a los cerca de 1.400 receptores de la AGI–. El recorte también se deja notar en el montante de la ayuda –un máximo de 600 euros frente a la media de 700 de la anterior–, así como en su duración, que se reducirá a un máximo de seis meses, según las noticias publicadas.

Vistas las cifras, resulta absurdo vender como nueva ayuda para la inclusión lo que no es sino un recorte evidente, largamente premeditado y adecuadamente labrado por la correspondiente campaña mediática. La misma, por cierto, que observamos los últimos meses en el asedio a la RGI. Que lo sucedido con la AGI sirva de advertencia.

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