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Kutxababank Modelo Bolivariano

Los autores critican las palabras del Secretario del Consejo de Administración de Kutxa al calificar la propuesta de la Diputación de Gipuzkoa como «modelo bolivariano» y sostienen que el problema del modelo actual es la relación entre la banca privada y el poder político.

Martin Garitano presentó la propuesta sobre Kutxa el 10 de setiembre. (Jon URBE/ARGAZKI PRESS)
Martin Garitano presentó la propuesta sobre Kutxa el 10 de setiembre. (Jon URBE/ARGAZKI PRESS)

El Secretario del Consejo de Administración de Kutxa, Iñigo Barandiaran, se ha atrevido a calificar la propuesta de la Diputación Foral de Gipuzkoa para la configuración de Kutxabank como «modelo bolivariano».

Puestos a utilizar referencias latinoamericanas, no vamos a caer en la fácil tentación de calificar la operación de sustracción / apropiación de las cajas de ahorros vascas como «modelo pinochetista», aunque la realidad no estaría demasiado lejos de esta calificación. Ya lo hemos calificado repetidamente como un verdadero «golpe de estado» donde un reducido núcleo de personas pretende hacerse ilegítimamente no sólo con nuestro sistema financiero, sino también con el control oligárquico de nuestra economía, nuestra sociedad y nuestra vida política.

Ya hemos repetido que la propuesta de la Diputación Foral no es el modelo teóricamente ideal para EKAI Center. Nosotros optaríamos por el modelo francés de cooperativas de crédito con participación pública cualificada. Pero no tiene sentido desconocer el contexto y el escaso tiempo que tenemos ya antes del vencimiento del plazo establecido para el día 29 de diciembre. Se necesitan propuestas claras, sencillas y fácilmente comprensibles y asumibles. Y la propuesta de la Diputación reúne precisamente estas características. Ya la hemos calificado como una propuesta seria, realista y eficaz.

Con este tipo de expresiones, el secretario de Kutxa demuestra no sólo su falta de ética sino su más absoluta ignorancia. Algo que no es sorprendente entre algunos de nuestros gestores financieros, que de forma repetida -tanto por incompetencia como por desmedida ambición y por una más que evidente insuficiente supervisión- han estado a punto de llevar a nuestras entidades financieras al desastre, y continúan empeñados en ello.

El que existan intereses personales y de grupo evidentes para oligarquizar nuestro sistema financiero no explica que se ignore que el gran problema económico occidental -en Europa y en Estados Unidos- está en este momento situado en el entorno de la gran banca privada y de su relación con el poder político. Y que el desarrollo productivo y la defensa del tejido social y económico están asentados en la Unión Europea en un 40% de cuota de mercado en manos de cajas de ahorros y cooperativas de crédito (55% en Francia y 60% en Alemania), además de entre un 20% y un 30% de cuota de los considerados bancos públicos en sentido estricto. Tanto en el momento del estallido de la crisis como a lo largo de la misma, cooperativas de crédito en primer lugar y cajas de ahorros después han demostrado un grado de eficiencia, seriedad y solvencia sensiblemente superior al de la gran banca privada. Ni Francia ni Alemania tienen la menor intención de renunciar o reducir su cuota de cooperativas de crédito, cajas de ahorros o bancos públicos. Saben que sería la forma más rápida de destruir su economía.

Esto en la Unión Europea. En los países emergentes -no en Venezuela sino en los BRICS- es la banca pública la que acumula la cuota mayoritaria del sector financiero.

Decir tonterías es libre, por supuesto. Pero en el contexto actual, en el contexto en el que se está llevando adelante una operación de sustracción / apropiación oligárquica de las cajas de ahorros, en el que este país se está jugando su futuro productivo, económico, social y político, utilizar simplezas descalificativas como ésta es, sencillamente, intolerable. Como lo es el que sus palabras se reflejen en la web oficial de un determinado partido político. Algo nos dice esta forma de actuar sobre el nivel ético y la capacidad profesional de nuestra clase política. Nos están llevando al desastre.