Maite UBIRIA

La televisión pública francesa evoca el caso Jon Anza y recuerda los tejemanejes entre servicios secretos con los GAL

La serie de culto ‘Plus Belle la Vie’ sorprenderá este jueves por la noche a sus más de 3 millones de fieles telespectadores con una escena poco probable, en la que se evoca un caso que remite a la «zona gris» de la actuación de los estados y sus policías. Se trata de la desaparición y muerte del militante vasco Jon Anza.

Pese a algunas lagunas de calendario, a través de la conversación entre un policía y un comisario, la serie plantea las dudas existentes sobre la versión oficial de muerte natural de Jon Anza o el archivo del caso, y se recuerdan los precedentes de los «apaños» entre servicios secretos y las acciones de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación).

Es poco habitual que los casos que remiten, de forma clara o indirecta, a la guerra sucia practicada por los estados en Euskal Herria, salten a la pequeña pantalla. Y, sin duda, la opción de France 3 sorprende más, dado que la alusión al caso Jon Anza no se realiza en el marco de un programa de divulgación informativa o de un documental, sino en una serie de entretenimiento que se emite en la franja familiar de la programación.

La serie ‘Plus Belle la Vie’ (PBLV), que ha entrado en su decimotercera temporada, se emite a partir de las 20.25, tras el informativo de la noche.

En esa disputada franja de prime-time, el folletín, localizado en Marsella, aporta a la cadena pública gala una media diaria de entorno a los tres millones de telespectadores con picos esporádicos de audiencia que superan ampliamente los cuatro millones de seguidores.

En su episodio de este jueves, cuyo adelanto puede verse a través de la página web de la cadena, uno de los personajes de la serie relaciona la muerte del militante de ETA Jon Anza con la actividad de «antiguos miembros de los GAL».

Exactamente, la escena transcurre de la siguiente forma. Un periodista y un comisario cruzan confidencias y en un momento de la conversación el primero alude a la desaparición de Jon Anza, en 2009. El hecho de que el cadáver del militante vasco apareciera en la morgue de un hospital de Toulouse un año después, sin que en ese tiempo nadie hubiera procedido a su identificación, provoca el primer gesto de sorpresa del policía francés.

Con alguna que otra patada al calendario - el periodista relaciona esa muerte «en extrañas circunstancias» con una eventual respuesta en forma de guerra sucia al desarme de ETA, cuando entre ambos hechos distan ocho años - se deja entrever que, al menos para los guionistas de esta serie de ficción, donde hubo polvo siempre puede haber lodo.

De este modo, atribuye al menos como hipótesis la muerte de Anza al malestar reinante en los sectores más recalcitrantes de las cloacas del estado. Por el desarme de ETA… y por la excarcelación de presos. ¿Quizás la televisión pública lanza un mensaje subliminal al gobierno francés … dando por hecho el cambio -por venir- en la política penitenciaria? La ficción da margen para imaginar casi todo.

«Los duros ( de los GAL) no han digerido bien que se deje en libertad a antiguos terroristas con el pretexto de que ETA ha entregado las armas» lanza el periodista en la escena en cuestión.

Cuando el comisario le cuestiona sobre la eventual implicación del Estado francés en esos hechos … ducha fría de versión oficial. «No es tan simple, entramos en una zona gris de golpes bajos, de apaños entre servicios secretos…» se escuda el periodista.

Una conversación corta, en una serie televisiva de ficción, devuelve a la actualidad un pasaje oscuro de la historia reciente de Euskal Herria, el capítulo por cerrar de la desaparición y muerte de Jon Anza, cuya memoria honra un mural en la plaza Patxa de Baiona, que recuerda también a otras víctimas de la «zona gris» de la denominada lucha anti terrorista: Popo Larre, Joxean Lasa y Joxi Zabala.

La realidad supera la ficción

Jon Anza fue visto por última ver en la estación de Baiona, donde cogió un tren en dirección a Toulouse, a donde se dirigía para mantener una reunion con uno o varios interlocutores de ETA, extremo este confirmado a posteriori por la entonces organización armada.

Nunca se ha podido establecer si el ex preso donostiarra llegó a la capital occitana. La única certeza es que su cuerpo sin vida apareció casi un año después en la morgue de un hospital de la villa rosa.

A partir de ahí, todo son incógnitas. Su paso furtivo por un hotel de la ciudad, su ingreso en situación de extrema gravedad en el servicio de urgencias … Aunque quizás el mayor interrogante siga siendo el porqué no saltó en ningún lado ninguna luz de alarma que permitiera identificar a una persona cuya desaparición había sido comunicada, al menos en teoría, por policía y fiscalía de Baiona a todos los estamentos de Toulouse, incluido el hospital en que se certificó el fallecimiento de Anza.

Mención especial merece el hecho de que, tras el traslado a la morgue, el cuerpo de Anza reposara allí durante meses sin que nadie preguntara por él, y sin que nadie escuchara tampoco al empleado del depósito que trató de que alguien le dijera por qué ese desconocido seguía allí sin que nadie tomara cartas en el asunto.

Ensañamiento judicial con la familia

La Justicia francesa dio un trato cuanto menos cruel a la familia de Jon Anza, a la que no recibió y escuchó sino en vísperas de que se tomara la decisión de dar carpetazo al caso, contra cuyo archivo se han batido los allegados del refugiado y su abogada, Maritxu Paulus-Basurco.

La propia letrada evocó los principales capítulos de un caso doloroso en unas jornadas sobre violencia policial celebradas el mes pasado en el gaztetxe Zizpa de Baiona.

El propio periodista de la serie ‘Plus Belle la Vie’ se refiere, sea esa o no su voluntad, a esa tarea pendiente, de verdad, justicia y reparación, cuando señala en relación al conflicto vasco: «Se dice que todo ha terminado pero este dossier es muy sensible».

A la espera de que Anza sea incluido a todos los efectos en el mapa de la memoria y el relato sobre la violencia, que tienen todavía tantas y tan sangrantes lagunas, una serie de ficción ha rescatado de la «zona gris» y ha expuesto ante los ojos del gran público francés el nombre de Jon Anza.