DAVID BROOKS
IRITZIA

Jaja

Casi todos los días es habitual encontrar en los principales medios de comunicación estadounidenses alguna reseña de un programa o de un comediante criticando a Trump y su Gobierno; son noticia política, no de espectáculos. Los sketches y comentarios satíricos se vuelven virales. Y vitales. De hecho, las conversaciones diarias suelen empezar comentando lo último visto en “Saturday Night Live” o en uno de los monólogos de los presentadores de los programas nocturnos de debate y variedades, sobre todo los herederos de la tradición que se inició con Jon Stewart y su “Daily Show”: su sucesor Noah Trevor, Stephen Colbert –ahora conductor de “The Late Show”, en CBS–, el cada vez más poderoso John Oliver con su programa semanal “Last Week Tonight”, en HBO, y Samantha Ben con su programa “Full Frontal”, entre otros.

El poder de estos cómicos no solo se ha intensificado con Trump y su gente, sino que el sujeto de la burla los ve y reacciona –durante la campaña solicitó que “Saturday Night Live” fuera cancelado por un sketch–. Que un presidente repetidamente se queje, y hasta amenace, a un comediante o un programa no solo da mayor satisfacción a estos artistas del humor, sino que multiplican su público. No hay nada que más desee un humorista que un tuit insultante del ocupante de la Casa Blanca.

Trump no aguanta la burla. Los mejores comediantes han comprobado, una vez más, que el humor puede ser una de las mejores armas contra una figura autoritaria y, a la vez, la educación política más efectiva en estos últimos tiempos. Vale recordar que hace unos años el “Daily Show” de Jon Stewart –un informativo ficticio cuyos «corresponsales» empleaban la sátira política y social más contemporánea– se convirtió en la principal fuente de información política para los jóvenes en Estados Unidos, y Stewart fue nombrado el «periodista» más fiable del país. Stewart, quien se retiró en 2015 después de dieciséis años de vida de su programa, señaló que esa distinción era una demostración del estado de salud de los medios de comunicación del país.

“Saturday Night Live” (SNL) arrancó en los 70 y se convirtió en una institución cultural de la televisión en EEUU, pero durante sus últimos años ha perdido su frescura y vanguardia. Pero la campaña y ahora la presidencia de Trump han resucitado el añejo programa de sketches y lo han vuelto de nuevo un punto de referencia. En él, el actor Alec Baldwin ha logrado imponer su imitación como Trump de tal manera que el presidente nunca se podrá liberar de la imagen dada por él por Baldwin. Ha llegado a tal punto que recientemente un periódico dominicano tuvo que disculparse públicamente por publicar una imagen de Baldwin haciendo de Trump en lugar de la del propio presidente en una información sobre el ocupante de la Casa Blanca. Baldwin repitió la imitación en otra emisión, apareciendo como participante en uno de esos programas de tribunales de televisión. La juez le preguntó: «Sr. Trump, usted entiende que esto es un tribunal de televisión, ¿verdad?». Y Trump respondió: «Sí, está bien, soy un presidente de televisión».

Pero tal vez la peor crítica ha llegado procedente de la gran actriz cómica Melissa McCarthy, quien apareció por sorpresa en el papel de Sean Spicer, el portavoz de la Casa Blanca. Analistas y observadores políticos de ambos partidos coincidieron que de aquí en adelante nadie podrá ver a Spicer sin pensar en McCarthy. Algunas fuentes citadas por medios del país revelaron que no solo se molestaron Trump y Spicer, sino que el presidente estaba particularmente enojado por que una mujer hubiera hecho el papel. Más aún, fue tan fuerte que Trump esta vez guardó silencio.

El cómico inglés John Oliver también se ha vuelto un punto de referencia en las noticias tras su regreso a la pantalla después de un receso de un par de meses. Por cierto, cerró su último programa del año pasado rogándole a su público que «no permita que todo esto (la presidencia de Trump) se vuelva algo normal, porque no lo es» y recomendando, entre otras cosas, suscribirse a un periódico. La publicidad de su primer programa incluye una imagen suya escondido detrás de su escritorio, con el siguiente mensaje: «Épocas de terror requieren de un hombre aterrorizado».

Para verdaderamente entender, y sobrevivir, a esta coyuntura que estamos viviendo, lo que uno tiene que hacer es consultar con todos estos grandes expertos. La risa es un antídoto al gran engaño que está en la cúpula del país. Y tal vez incluso más: «Los bufones frecuentemente resultan ser profetas». La frase es de Shakespeare.

«Caballeros, aquí Chicolini puede que hable como un idiota y puede que parezca un idiota, pero no dejen que eso los engañe. Realmente es un idiota». Groucho Marx.