KOLDO LANDALUZE
CINE

Los tipos duros también envejecen

Asumido que el paso del tiempo es inherente a todo ser humano, incluso para quienes tienen el esqueleto enlazado con adamantium y han sido catalogados como mutantes por una sociedad que recela constantemente de lo «diferente», en la tercera entrega protagonizada en solitario por “Lobezno” nos toparemos con un suculento punto de inflexión que engarza directamente con la premisa salvaje y poética que siempre ha sido asociada a los westerns crepusculares. Dejando a un lado ese tic-tac inefable que nos sitúa en el año 2029, nos reencontramos con un héroe cansado cuyo otrora formidable cuerpo está surcado por cicatrices que le recuerdan sus constantes derrotas y victorias. Como en tantos retratos fronterizos, la escenografía por la que vaga el mutante Lobezno, encarnado por un Hugh Jackman que parece cincelado en roca, no es otra que el polvoriento México delimitado por Río Grande, punto de encuentro para «los fuera de la ley» que quieren ser olvidados.

El excelente trailer promocional que prologa el estreno de “Logan” es toda una declaración de intenciones. En este breve avance nos descubre a un crepuscular Lobezno que se embarca en la que presumiblemente será su última y definitiva aventura solicitada por su mentor, un enfermo Charles Xavier. Todo ello se desarrolla a través de un tempo calmado y acompañado por la muy oportuna versión del tema “Hurt” de Nine Inch Nails, que en su día interpretó con desgarro Johnny Cash.

En palabras de James Mangold, autor de este filme: «La historia transcurre en el futuro, hemos pasado el punto del epílogo de ‘X-Men: Días del futuro pasado’. Nos encontramos a todos estos personajes en circunstancias que son un poco más reales. Vi como una oportunidad plantear las cuestiones del envejecimiento, la soledad, la pertenencia y ¿todavía soy útil a este mundo? Hemos visto a estos personajes en acción, salvando el universo. ¿Pero, qué sucede cuando te retiras y esa carrera se ha terminado?».

“Logan”, cuyo estreno está previsto para finales de marzo, es la tercera película en solitario del personaje más querido de la franquicia “X-Men” y probablemente la última en la que Jackman encarne a Lobezno. En el reparto también están Patrick Stewart como el profesor Charles Xavier, Boyd Holbrook como Donald Pierce, Richard E. Grant como el doctor Zander Rice, Stephen Merchan como Caliban y la presentación de Dafne Keen como Laura Kinney/X-23. El guion ha sido escrito por Michael Green, Scott Frank y el propio Mangold, y se ha inspirado en los cómics “Old Man Logan”, de Mark Millar y Steve McNiven publicados por Marvel Comics.

Tras las dos entregas anteriores gobernadas por completo por Lobezno –“X-Men Origins: Wolverine” (2009) y “Lobezno inmortal” (2013)–, la última que cierra esta trilogía ha sido dirigida por un realizador que siempre se ha mostrado como un autor todoterreno y en cuya filmografía encontramos aciertos del calibre de “Copland” (1997), el western-remake “El tren de las 3.10” (2007) y el biopic dedicado a Johnny Cash “En la cuerda floja” (2005). En esta ocasión tan especial, los engranajes emocionales parecen marcar las pautas del guion, tal y como lo ha expresado el propio cineasta. «Lo que tenemos a nuestro favor –ha afirmado Mangold– son grandes relaciones intergeneracionales entre Charles y Logan; esta gran relación de padre-hijo, con un hijo que se preocupa de su padre enfermo, en este caso, de una persona con una enfermedad degenerativa del cerebro, en el cerebro más poderoso del mundo. En el caso de Logan y Laura, se establece una relación padre-hija en la que el padre odia tener una conexión íntima o más emocional con casi todo el mundo. Hay mucho drama interpersonal que impulsa la historia». Todo ello no impedirá que, por una última vez, asomen de entre la magullada fisonomía de Lobezno las garras afiladas de adamantium.