IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Quitar también es construir

En el año 2006 el Ayuntamiento de Adeje convocó un concurso para ampliar el espacio del museo sacro y la plaza de la iglesia. La propuesta ganadora fue la diseñada por el arquitecto Fernando Menis, que combinaba un diseño contemporáneo con la historia y la topografía del lugar, mediante la incorporación al diseño de las antiguas terrazas de uso agrícola que bordeaban el Barranco del Infierno.

Adeje, que forma parte de la provincia de Santa Cruz de Tenerife en las Islas Canarias, era entonces un pueblo en desarrollo con el sueño de convertirse en un importante destino turístico, al igual que toda la isla. En el año 1995, se había creado un pequeño museo de arte sacro, formado con donaciones de los vecinos, que encontró acomodo en la pequeña capilla del antiguo convento franciscano, un punto de referencia importante del arte barroco en las Canarias, situado en un pintoresco paisaje caracterizado por el imponente cortado del Barranco del Infierno, una garganta natural llena de cascadas, flora y fauna local.

El plan del estudio Menis aprovecha la topografía del lugar haciendo una gran plaza que multiplica la superficie peatonal ampliando el área dos veces y media la pequeña explanada existente. Este espacio público sirve al proyecto para situar los accesos al museo y una torre campanario como referencia urbana en el conjunto del municipio.

La gran superficie de la plaza se logró gracias al derribo de los edificios de las casas abandonadas que cerraban la iglesia hacia el este. La eliminación de las viviendas aportó, además, un elemento clave del boceto, la apertura del centro urbano al paisaje del barranco volcánico. A día de hoy parece imposible pensar que, durante años, el centro histórico de Adeje había vivido de espaldas al paisaje natural que lo rodeaba.

A partir de ese momento el trabajo abarca dos elementos bien diferenciados, por un lado la construcción del edificio del nuevo Museo Sacro de Adeje, y por otro la remodelación y ampliación de la plaza como espacio referencial y mirador de la ciudad. El proyecto genera un espacio para nuevas dependencias municipales bajo el escenario de la nueva plaza, a fin de eliminar cualquier volumen edificado que interfiera en las vistas sobre el valle. Dado que la construcción se destina a un uso museístico, su posición semienterrada es especialmente idónea para proteger su colección de la luz del sol. El museo se divide en dos plantas, una parte superior, destinada al uso de cafetería y restaurante, y una planta inferior, en la que se desarrollan los espacios expositivos del museo propiamente dichos. La plaza de Adeje se expande en superficie, pasando por encima del museo, construyendo su cubierta y generando un escenario permanente abierto al singular paisaje natural de la isla y del Barranco del Infierno. Toda la obra se construye con una paleta reducida de materiales que combinan con la geología rocosa de la isla. Por este motivo el edificio y la plaza se realizan con hormigón visto, hormigón pulido y piedra basáltica de origen volcánico.

Los nuevos espacios expositivos y un pequeño espacio destinado a oficinas municipales, que se sitúan debajo de la plaza en varios niveles, han creado un importante centro cultural que interactúa con el paisaje natural para reforzar el turismo y el fortalecimiento de los servicios municipales.

Recuperar la esencia primitiva. El trabajo había sido seleccionado en la séptima edición del premio “Espacio Público Premio Europeo Urbano” en 2012, un galardón creado por el Centro Europeo de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) en 2000 para reconocer la labor de recuperación y la creación de espacios públicos y áreas urbanas en las ciudades europeas.

La idea del Museo Sacro se funde con el paisaje mediante un uso cuidadoso de los materiales de construcción, con el uso de hormigón en bruto y el basalto, pero también con el tratamiento de elementos de las condiciones espaciales como la luz o el aire, que la propuesta trata para asimilar los diferentes espacios a las condiciones de las cuevas naturales de la región. En lugar de recurrir al aire acondicionado, en vez de añadir sistemas, el diseño elimina estos elementos proponiendo una construcción de mínimos que recupera la esencia primitiva del lugar.

A menudo se cree que construir implica añadir o sumar, en definitiva levantar arquitecturas; pero el proyecto del museo sacro de Adeje, pone de manifiesto que construir también es quitar o restar, ya que más que con la ejecución de un edificio, el acierto de la propuesta se logra con la eliminación de aquél que impedía ligar la plaza y sus gentes con su territorio y paisaje.