XANDRA ROMERO
SALUD

Obesidad y depresión

La obesidad es una de las enfermedades asociadas más prevalentes del trastorno depresivo mayor. Además, se sabe que la depresión es común en los individuos con exceso de peso, pero, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?, ¿acaso es la obesidad la que favorece la depresión o es al revés?.

Las teorías al respecto son múltiples. Por un lado, la depresión podría ser una de las causas de ciertos casos de obesidad, pues la ingesta de ciertos alimentos, sobretodo aquellos altos en azúcares simples y grasas, activan nuestro sistema de recompensa en el cerebro haciéndonos sentir tranquilos, y a gusto, lo que mejora en alguna medida la sensación de desesperanza que tiene la persona depresiva. Además, las personas que padecen este trastorno mental, suelen estar carentes de motivación y fuerzas como para salir y moverse o realizar alguna actividad, ya sea física o social, haciendo que su estilo de vida sea muy sedentario.

Si a esto le sumamos que algunos de los psico-fármacos para el tratamiento del «mal de la tristeza» producen un cierto aumento de peso, nos encontramos con que las posibilidades de contraer obesidad son muy elevadas.

La depresión, además de poder ser causa de obesidad, podría ser también una consecuencia. Aquellos que padecen obesidad a menudo suelen sufrir rechazo social e incluso puede que su autoestima sea baja debido a su aspecto físico. Todos estos problemas derivados del sobrepeso pueden ir minando a los afectados hasta hacerles caer en un estado depresivo.

Muchos investigadores han tratado de explicar la relación entre estas dos enfermedades y lo que han descubierto es que:

1. La obesidad aumenta el riesgo de depresión. La asociación entre el sobrepeso y la depresión difiere según el sexo pues son las mujeres obesas las que más se deprimen.

2. Además, la gordura extrema y la cronicidad de la depresión parecen compartir anomalías estructurales en el cerebro en áreas que están involucradas en la regulación emocional y el control de los impulsos, según se extrae de un artículo publicado en 2015 en la revista “Psiconeuroendocrinology”.

3. Los resultados de otros estudios sugieren que los síntomas depresivos acontecidos durante la infancia y la adolescencia se asocian con un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta.

4. En otro reciente estudio, los resultados determinaron que la presencia de depresión fue mayor en las personas que padecían obesidad que en personas con peso sano, concretamente un 63% frente a un 24% respectivamente.

5. A parte del peso corporal total, el porcentaje de grasa corporal se ha encontrado como el parámetro que más se asocia con la gravedad de la depresión así como el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, la circunferencia de cadera y porcentaje de grasa visceral (la grasa situada sobre los órganos).

De modo que podemos concluir que no es tan relevante si lo uno lleva a lo otro, ya que se ha demostrado que la obesidad aumenta el riesgo de depresión y también que la depresión es un factor predictivo del desarrollo de la obesidad. Además, por si esto fuese poco, el tipo de obesidad y la composición corporal son factores importantes que determinan la gravedad de la depresión.

De modo que una vez más, la ciencia explica la relación “cuerpo– mente” que tan poco en cuenta solemos tener. Es importante cuidarnos en todos los sentidos y comprender que adquirir hábitos saludables puede no solo prevenir enfermedades físicas si no también trastornos mentales.