TERESA MOLERES
SORBURUA

Trabajos de otoño

Otoño es la estación ideal para trabajar la tierra de la huerta, ahora que no está ni seca ni demasiado empapada. Primera operación, desherbar: mejor que enterrar las malas hierbas con la azada, aprovechar que el suelo está ligero por las lluvias para arrancarlas y sacarlas con raíces. De esta manera, su proliferación será menor y más débil. En toda operación que hagamos en el huerto hay que evitar remover la tierra más de 20 cms para no perturbar la vida biológica, que es más intensa en los primeros centímetros. Es suficiente con levantarla con una horquilla para dejar intacta la estructura de la superficie. En los suelos arcillosos con grandes terrones no hay que preocuparse mucho, el frío y hielo los deshará.

Para enriquecer el suelo, aportaremos compost tanto si es tierra ligera o pesada. El de un año será perfecto, el de seis meses también irá bien, porque acabará descomponiéndose durante el invierno. Cuidado de no enterrarlo profundamente para que no fermente antes de llegar a su maduración correcta y escardaremos el suelo ligeramente para mezclar el compost con la tierra de superficie. Un suelo ligero como suele ser el del huerto bien trabajado, porque tendrá una textura fina. En terrenos pesados, esperaremos a la primavera para completar el trabajo. Recordad que la mayoría de las verduras, legumbres y plantas de flores crecen en un espesor del suelo que varía entre 10 y 30 cms, y es el que merece toda nuestra atención. Lechugas y rabanitos necesitan poca profundidad; sin embargo, verduras de raíz como zanahorias o tubérculos como las patatas necesitan bastante más. Para proporcionar la aireación necesaria será suficiente con escarificar o arañar el suelo al pie de las plantas de 7 a 10 cms.

La siguiente operación consiste en allanar el suelo con el rastrillo y aprovechar para sacar las piedras que encontremos. Estas piedras sirven como drenaje en el fondo del hoyo de plantación.

Finalmente, extenderemos un acolchad porque frena la salida de las malas hierbas, evita que la lluvia lave la tierra arenosa y protege la superficie de los cambios bruscos de temperatura. Como ya es tarde para sembrar abono verde, podemos utilizar hojas muertas para proteger el suelo hasta primavera.