XANDRA ROMERO
SALUD

Trastornos del comportamiento alimentario

El 30 de noviembre se ha celebrado el día internacional de la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). A menudo nos encontramos con publicaciones que nos hablan sobre las características de la enfermedad, sobre los factores de riesgo, sobre cómo prevenirla e incluso sobre cómo ayudar a las personas que la padecen. No obstante, a menudo nos olvidamos de una parte vital de la prevención, tratamiento y recuperación de un trastorno de alimentación: los cuidadores de los pacientes que los padecen.

Tanta es la importancia de este “aspecto”, por llamarlo de alguna manera, que las últimas investigaciones sobre dicha enfermedad se han centrado en esto.

En primer lugar, hace tiempo que quedó demostrado que el trabajo con la familia mejora el pronóstico del paciente a medio y largo plazo frente a un tratamiento exclusivamente individual. Por ello, la Comunidad Científica Internacional recomienda su incorporación en el tratamiento de los TCA.

La actuación y esfuerzo de la familia es en muchos casos el factor fundamental para que el paciente se dé cuenta e inicie un tratamiento, dada la ausencia de conciencia de la enfermedad inicialmente. La presencia de la familia durante el proceso facilita la adherencia al tratamiento y el cumplimiento de las indicaciones terapéuticas, del mismo modo, se ha demostrado que disminuye la probabilidad de abandono del tratamiento, convirtiéndolo, por tanto, en un tratamiento más eficaz.

Está claro que la familia es el eje central del tratamiento pero teniendo en cuenta que los TCA son problemas de larga evolución, que con frecuencia cursan con recaídas y que pueden generar graves consecuencias físicas, psicológicas y sociales, no es de extrañar que tenga un fuerte impacto sobre el ambiente familiar y, en general, a todo su entorno.

En este sentido, se ha llevado a cabo recientemente una investigación en la Universidad CEU de Elche en colaboración con la Unidad Hospitalaria de Trastornos Alimentarios del Hospital Universitario de San Juan de Alicante que ha concluido, después de analizar la situación de 107 cuidadores de pacientes diagnosticados con TCA, que un 28% de los cuidadores son familiares, en concreto, un 64,5% las madres, un 3,7% los hermanos y las hermanas y un 2,8% las parejas.

Entre las necesidades de los cuidadores, esta investigación destaca la sobreimplicación emocional de los familiares que, como consecuencia, desarrollan estrés, ansiedad (un 49,5%) o depresión (26,16%) en el transcurso del cuidado de estos pacientes. Especialmente las mujeres y, en concreto, las madres son quienes presentan mayor ansiedad y malestar emocional.

Como curiosidad, en el caso de la Anorexia Nerviosa dicho estrés es superior al que presentan los familiares de enfermos de alzheimer y psicosis.

Asimismo, la investigación también revela que los cuidadores que convivían con los pacientes presentan mayor ansiedad, un mayor impacto de la enfermedad, una experiencia más negativa como cuidadores y mayor acomodación a la enfermedad.

Por lo que en este día y en todos los días del proceso de tratamiento de una persona que sufre cualquier TCA, debemos tener muy presente, tanto la sociedad como los profesionales, lo indispensable que es incorporar, acompañar y apoyar a la familia emocionalmente para proporcionales recursos que les faciliten la ayuda a su ser querido.