Amalur ARTOLA
IRUÑEA
Entrevue
SUSANA RODRÍGUEZ LEZAUN
PERIODISTA Y ESCRITORA

«Reto al lector a que descubra quién es el asesino antes de que yo se lo diga»

La periodista iruindarra se estrena en la novela negra con «Sin retorno», un intenso thriller sicológico en el que nada, ni nadie, es lo que aparenta ser. La trama se inicia con un caso de violencia machista que convierte a la víctima en verdugo, hilo narrativo que la autora enlaza después con una serie de asesinatos en serie que se inician en el Camino de Santiago, a la altura de Orreaga.

Susana Rodríguez Lezaun inicia con “Sin retorno” una serie de novelas ubicadas en Nafarroa en las que ni siquiera los protagonistas, el inspector David Vázquez y la emprendedora Irene Ochoa, son lo que parecen.

A raíz de las primeras críticas, parece que su libro ha gustado. ¿Con qué ingredientes cuenta?

Sobre todo con mucha intriga. Es una novela muy rápida; una acción no ha terminado de solucionarse cuando empieza la siguiente, las situaciones de tensión se suceden una tras otra... También hay pasión, porque hay una relación personal bastante apasionada. Y luego están las dudas sobre el ser humano, sobre qué seríamos capaces de hacer llevados al límite. Cuando era niña y leía a Agatha Christie intentaba ganarle y adivinar quién era el asesino, y he querido hacer eso: reto al lector a que descubra quién es el asesino antes de que yo se lo diga.

La trama se inicia con un caso de violencia machista en el que la víctima se convierte en verdugo. ¿Quiso hacer un guiño a las mujeres maltratadas?

Un guiño con los dos ojos. Cuando he trabajado en los medios de comunicación me ha tocado conocer de cerca algunos casos, y no consigo entender por qué hay hombres que se consideran dueños y señores de mujeres a las que tratan peor que a cualquier cosa que posean. Tampoco por qué hay mujeres que lo consienten. Desde mis páginas quiero animarlas, no a que maten a sus maridos, pero sí a que acaben con esa situación, a que denuncien. Y animar a la sociedad a que no tolere estos casos.

Enlaza esta historia con una serie de asesinatos que se inician en el Camino de Santiago, en Orreaga. ¿Qué relación guarda con este paisaje?

Es un sitio al que mis padres nos llevaban cuando nevaba para jugar, y cuando no para pasear. Es un sitio lleno de leyendas; Carlomagno, las batallas, cómo nació Roncesvalles, la selva de Irati... En sí es como una novela (ríe). Tiene tanto misterio y misticismo que, ¿dónde vas a situar un asesinato si no es en Roncesvalles?

En el thriller, suele ser habitual pasar más tiempo hilando la trama que escribiendo el relato. En su caso, ¿ha sido así?

La novela me llevó dos años de mi vida. Me ha salido bastante compleja y he necesitado ayudarme con un guion que tenía siempre sobre la mesa y un corcho en el que iba pinchando pequeñas cartulinas con los personajes, la trama y el timeline, para no equivocarme. Mi máxima preocupación era que la trama fuera coherente tanto en el tiempo como en los sucesos, y que no se me perdiera ningún lector por el camino. Reconozco que ha sido complejo.

El inicio de la novela lo tenía en mente desde hace diez años, pero no sabía cómo seguir. Durante años fui hilando personajes, los asesinatos de peregrinos... Cuando empecé a escribir, en 2008, no sabía ni cómo iba a terminar.

Los personajes son ricos en matices. ¿Cómo los ha creado?

Lo que he querido es dar voz a todos los personajes que aparecen en la novela. Creo que cualquier persona con la que compartes asiento de autobús puede ser interesante, todo el mundo tiene algo que contar. He creado personajes ficticios que quiero que el lector haga suyos. Irene Ochoa es una persona treinta y pico años, emprendedora, con unos rasgos físicos que defino a grandes rasgos para que el lector se haga su propia imagen en su cabeza. Que la haga suya. Lo mismo ocurre con el inspector David Vázquez, y con todos.

Se ha reunido con agentes de la policía para conocer los procedimientos, ha visitado y fotografiado los lugares que aparecen en la novela... ¿Hasta qué punto a primado la veracidad?

Para mí es muy importante. Tengo carpetas y carpetas con documentación, fotos, he hecho pequeños viajes... He acudido hasta al domicilio en el que ubico a Irene, en la calle Zapatería del casco viejo de pamplona. Me gusta que todo sea real, desde la investigación hasta los lugares.

Para su primera novela a optado por la novela negra. ¿Que le atrae de este género?

Soy lectora compulsiva del género negro (ríe). Cuando necesito que mi cabeza descanse, el mayor entretenimiento es la novela negra. Además, suele retratar la sociedad en la que se desarrolla la trama; la sueca, la americana... Pone ante ti situaciones, ciudades y sociedades que están lejos.

Se reconoce seguidora de Manuel Vázquez Montalbán. ¿Es casualidad que uno de los protagonistas se apellide Vázquez?

Me traicionó el subconsciente (ríe). Donde escribo hay una estantería en la que, si giro la cabeza a la derecha, a la altura de mis ojos quedan cuatro de sus libros. Dudé con el nombre (David), pero el apellido, Vázquez, lo he tenido claro desde el inicio.

Ya tiene escrita la segunda entrega, y ahora tiene entre manos la tercera. ¿Podría adelantarnos algo?

Todos los autores de novela negra tienen un personaje fetiche, y a mi David Vázquez me gusta; es un tío normal con el que se puede identificar cualquiera. La historia entre los personajes también merece una continuación. En las siguientes novelas las tramas son diferentes; me adentro más en la realidad social, en el drama de los desahucios, en los pufos financieros... Me ha costado un mundo documentarme, he leído y escuchado tutoriales de todo tipo... Si alguien quiere abrir una cuenta en Suiza que me llame, que ya le doy algunas pistas (ríe).