Patxi IRURZUN
IRUÑEA

«Hay buena música o no la hay, hay transmisión o no la hay, lo demás no me interesa»

El rock poético de Carlos Chaouen vuelve a Iruñea. El artista gaditano actuará esta tarde a las 20.00 en un nuevo concierto del ciclo estival del Mesón del Caballo Blanco. Tras su última actuación, hace cinco meses, en formato acústico, vuelve con banda eléctrica a una ciudad en la que numerosos seguidores aprecian su rock de autor y sus letras plenas de poesía, de movimiento y vida.

Mil kilómetros separan Iruñea de Vejer de la Frontera, la localidad de origen y en la que vive actualmente el artista gaditano, sin embargo alguna de las empinadas calles de este pueblo medieval andaluz parece conectar directamente con las murallas de Iruñea.

A Chaouen, al menos, acostumbrado a atravesar pasadizos secretos y borrar fronteras con su música y su poesía, no le cuesta sumar kilómetros cuando se trata de actuar por estos pagos, en los que se siente como en casa. «Siempre me han tratado bien y me he sentido muy a gusto en el norte, sobre todo en Pamplona. Creo que fuera del centralismo castellano hay pueblos que tienen mucho en común, más de lo que creemos a veces, y sea como sea, aquí siempre me he sentido acogido», dice.

Mil kilómetros de ida y otros tanto de vuelta (con parada y fonda en Madrid, donde tocará mañana en la sala Galileo). Muchas muescas ya en el cuentakilómetros de un artista de largo e intachable recorrido. Mirando por el retrovisor, Carlos Chaouen cuenta a sus espaldas con siete discos de estudio, canciones propias cantadas por intérpretes mainstream como Ana Torroja o Sergio Dalma, colaboraciones con músicos del talento de Diego el Cigala o Kepa Junkera (“Haika mutil” en el disco “Etxea”)…

En Iruñea también tiene buenos y viejos amigos, como los Marea. Kutxi Romero, por ejemplo, lo acompaña en su tema “Corazón”, del disco “Totem” (2005), a quien la dedicó la última vez que Chaouen visitó Iruñea, hace solo cinco meses, en el Civivox de Sanduzelai. Y si en aquella ocasión el gaditano tocó en formato exclusivamente acústico, esta vez viene con banda eléctrica, el formato que mejor se ajusta a su último trabajo: «Tocaremos la mitad del repertorio basado en los dos últimos discos (“Respirar” y “En la Frontera”)», adelanta intenciones, «aunque siempre habrá tiempo para hacer algo acústico y recordar canciones anteriores. Cada concierto es distinto y el formato incluso determina un poco el repertorio, hay canciones que exigen marcha o banda y otras vuelan mejor solas».

“En la frontera”, el último disco de Chaouen, es un disco especial en su carrera, quizás el más personal, un disco que se asienta sobre grietas y heridas, escrito durante un corto espacio de tiempo y de un tiempo efectivamente fronterizo, de cambios en la vida del artista: mudanzas, rupturas sentimentales y de huesos (se fracturó el hombro jugando al fútbol, lo que le mantuvo una temporada en el dique seco, sin poder tocar la guitarra)… Quizás por ello el resultado sea su disco más contundente, más rockero, musicalmente, y más directo en lo referente a las letras. «Sí, creo que es así», nos confirma cuando se lo comentamos. «Es menos metafórico y más directo. Quizá también la edad te va haciendo prescindir de lo superfluo», dice. Y respecto a si las canciones le han ayudado a cerrar heridas, añade que la música ayuda siempre, no solo en los malos momentos. «Para mí componer es un ejercicio lúdico y terapéutico. La música es movimiento y el movimiento es vida».

Poesía

Movimiento, vida y en el caso de Carlos Chaouen también y ineludiblemente poesía. Las letras del gaditano son sin duda joyas pulidas y engarzadas con delicadeza en la cuerdas de su guitarra (buena parte de ellas las recopiló en el libro “Canciones, poemas y otros textos”, que reúne su cancionero y algunos poemas de carretera). En alguna ocasión ha afirmado incluso que la poesía es su mayor influencia musical. «Lo digo porque la poesía también es ritmo y música, si no, no es poesía. Además para mí son importantes las letras. Si no tienes nada que decir que grabe la melodía un violín, o un saxo...».

Le pedimos que cite a sus escritores favoritos: «Tres poetas, Rimbaud, L.M.Panero y Lorca; tres grandes, Herman Hesse, T. Mann y S. Zweig», responde. Y remata: «Ahora releo un libro fantástico, “La musa aprende a escribir”, de Eric A. Havelock».

En cuanto a la música, Chaouen, en cuyos discos resoplan alientos que van de Camarón a Barón Rojo, de Marea a Quique González, reconoce haber escuchado siempre mucha música distinta: «Cádiz es un crisol de influencias y de mezcla cultural; la riqueza musical de su carnaval es muy desconocida pero oculta amalgamas de ritmos y cadencias de muchas músicas. Flamenco y rock han marcado las directrices para mí. No creo en las etiquetas ni en los grupos o artistas de un solo estilo. La música es mucho más que un estilo; hay buena música o no la hay, hay transmisión o no la hay, lo demás no me interesa».

Y así, a Chaouen no le cuesta pasar de lo acústico a lo eléctrico, del rocanrol a los ritmos arábigos. Aunque de momento lo que le sigue pidiendo el cuerpo es más rock. «Ya habrá tiempo para hacer un acústico de cientos de canciones.... es broma, aunque algunos me lo han pedido», confiesa, mientras maqueta en su casa de Vejer de la Frontera nuevos temas, a la espera de un disco nuevo que espera grabar, antes de que acabe el año, sin prisa, mirando con serenidad a través del retrovisor, y también, sobre todo, hacia delante: «Son miles y miles de kilómetros, sí, y que no pare. Nunca pensé que iba a cantar con la gente que lo he hecho (Celtas Cortos, Marea, Quique González, Aurora Beltrán, Le Punk, Ismael Serrano....). O que tocaría en Buenos Aires o Chile. Ni tantas cosas que me han pasado o gente que admiro y he conocido (Diego el Cigala, Iñaki Uoho), etc. Todo se lo debo a la música. Solo miro hacia adelante y espero al menos hacer otros tantos discos, pero mucho mejores. Lo mejor siempre está por venir, y suele pasar cuando hay poca gente alrededor», concluye.