Jaime IGLESIAS
Entrevue
PABLO LARRAÍN
DIRECTOR DE CINE

«La Iglesia siempre ha tenido más miedo a la prensa que al infierno»

Nació en Santiago de Chile, en 1976, en el seno de una familia de políticos conservadores, pero sus películas caminan en dirección opuesta. Tras el éxito obtenido por “No” –primera película chilena candidata al Óscar–, ahora presenta «El club», donde muestra las oscuras contradicciones de la Iglesia Católica a la hora de gestionar sus propios pecados.

“El club” hace referencia al centro de retiro espiritual donde conviven una serie de sacerdotes defenestrados por la curia con la intención de ocultar diversas situaciones comprometidas –o directamente delictivas– que afectan al pasado de cada uno de ellos. Un hecho trágico hará saltar las alarmas en esta especie de prisión de puertas abiertas cuyo funcionamiento será investigado por un joven sacerdote dispuesto a hacer limpieza en el seno de la Iglesia.

 

¿Cómo llega usted a esta historia? ¿Conocía la existencia de estos centros de internamiento para sacerdotes?

Todo parte de una foto que vi de una casa que pertenecía a una congregación religiosa alemana llamada Schoenstatt que está en un entorno privilegiado, una pradera verde que parecía sacada de una publicidad de chocolates. En esa casa tenían alojado a Monseñor Cox, que fue obispo de La Serena en Chile y que fue apartado de su actividad pastoral por abusos sexuales. Su congregación lo había sacado del país antes de que pudiera ser juzgado, algo que me pareció increíble e indignante. Pero a partir de ahí comprobamos que esas casas existen en todo el mundo y que es una práctica antiquísima en la Iglesia. Nuestra principal fuente de información fueron dos ex sacerdotes que nos informaron anónimamente sobre el funcionamiento de este tipo de centros.

Según usted con «El club» no ha pretendido hacer un film de denuncia. Sin embargo, el alcance crítico que atesora la película parece contradecirle en este sentido.

Yo asumo que la película presenta una serie de elementos más o menos escabrosos, pero no creo que la narración se mueva en un espacio de denuncia política, sino que apela a otros escenarios como la compasión humana, el perdón y, sobre todo, a la dificultad de resolver cuestiones relacionadas con el sentimiento de culpa en un espacio cerrado. A partir de ahí sí, “El club” aborda problemáticas de índole social, político y religioso pero sus personajes, por mucho que sean sacerdotes, finalmente son un reflejo de la condición humana.

Pero su condición de religiosos es la que confiere una tensión moral al relato del filme, pues al final se trata de personajes que, dedicándose a absolver el pecado de los demás, se revelan incapaces de gestionar su propio sentimiento de culpa.

Justamente eso es lo que creo que confiere interés a la película. La Iglesia es una institución que alecciona a su feligresía con mensajes de amor por el prójimo, perdón y compasión, pero al mismo tiempo piensa que sus pecados únicamente pueden ser juzgados a los ojos de Dios, nunca por los hombres. Esa contradicción genera una posición interesante desde el punto de vista dramático pero que, socialmente, es un peligro.

Luego hay otra paradoja que usted plantea en la película y es que la Iglesia parece tan interesada en expurgar sus propios pecados como en que estos no trasciendan…

La Iglesia cada vez se asemeja más a una corporación que a una institución religiosa, eso le ha llevado a ejercer su control sobre determinada prensa e incluso a poseer sus propios medios de comunicación de masas. El gran problema de hoy en día para este tipo de corporaciones es que existen las redes sociales, que han posibilitado una comunicación mucho más rápida y menos fácil de intervenir. La iglesia siempre ha tenido más miedo a la prensa que al infierno y hoy en día ese miedo se ha visto intensificado.

¿También la llamada «nueva iglesia» participa de ese temor? Se lo comento porque en su película tampoco parecen salir bien librados aquellos llamados a ser adalides de la renovación en las esferas católicas.

En estos momentos hay una pugna evidente entre la nueva Iglesia y la vieja Iglesia. Esta pretende funcionar todavía con un secretismo, con un sistema de cónclave, que resulta lo más opuesto al concepto de transparencia que reclaman muchas voces, para las que la Iglesia debe ser una institución más piadosa, más conectada con sus fieles y, sobre todo, más pública en su funcionamiento. Ese conflicto intenté plasmarlo en la película, pero no como proyección de un debate de índole interno en el seno de la Iglesia, sino como reflejo del estado moral de una sociedad. Por eso el dilema que experimenta el joven sacerdote, quien asume lo imposible de su misión regeneradora si no es a costa de destruir aquello en lo que cree, no sea sino el conflicto moral que se da en muchas personas que se enfrentan a la rigidez de las estructuras de poder.

El conflicto que plantea entre la vieja y la nueva Iglesia ¿es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad chilena de la que siempre se ha dicho que ha estado políticamente muy fragmentada?

Es que tanto el poder político como el poder eclesiástico mantienen activas estructuras de impunidad, eso es lo que pasa. Esto parte de un modelo de sociedad donde unos conservan intactos sus privilegios a costa de otros, sirviéndose para ello de los estamentos y poderes del Estado, gracias a los cuales los privilegiados, aquellos que forman parte de la clase dirigente, tienden a encubrirse los unos a los otros. Ese modelo social está empezando a cambiar porque en el fondo se basa en un desprecio a la inteligencia del ciudadano. De otra manera no se explica que desde estos estamentos se opere de manera tan burda. Otras instituciones operan de una manera más perspicaz y, hasta cierto, punto más peligrosa a la hora de protegerse, pero la Iglesia sigue funcionando con una lógica medieval en ese sentido.

¿Qué reacciones ha suscitado la película en Chile?

¿Por parte de la Iglesia? Muy pocas… La Iglesia tiene esa cosa de omitir el debate. A aquellos que se muestran críticos con ella directamente opta por ignorarlos, posición muy sabia por otra parte (risas). A mí sobre todo me han interesado las reacciones de aquellos espectadores que me han comentado que “El club” les parece una película muy espiritual en tanto expresa una duda en torno a la fe. El cine tiene una cosa muy mística que a mí siempre me ha interesado.